Ars Secreta
25feb/089

El príncipe de las tinieblas (II)

Luca SignorelliHay obras de arte que te invitan a perderte en ellas, a contemplar con deleite todos sus trazos, a examinarlas hasta el último rincón. Y a pesar de todo, cuando vuelves a clavar tu mirada sobre ellas, siempre descubres una nueva sorpresa, algún detalle que pasó desapercibido en las ocasiones anteriores… Me ocurre con las geniales pinturas de El Bosco, con los grabados de Durero y también con los frescos de la capilla de San Brizio, en el Duomo de Orvieto, la obra maestra del pintor Luca Signorelli.

Recuerdo que esta obra de Signorelli me cautivó desde que la descubrí en un libro de texto de COU. Ha llovido bastante desde entonces, pero mi interés por ella no ha disminuido, sino al contrario, así que he decidido traerla hasta aquí e incluirla como segunda entrega de El príncipe de las tinieblas.

Capilla de San Brizio, Duomo de Orvieto

Luca Signorelli fue, al parecer, discípulo de otro genio renacentista: Piero della Francesca. Gran parte de su vida discurrió en su ciudad natal, Cortona, aunque realizó varios viajes a Florencia y Roma (aquí realizó parte de la decoración de la Capilla Sixtina). Sin embargo, su obra maestra fueron los citados frescos de la capilla de San Brizio, realizados entre 1499 y 1502. En ellos Signorelli da rienda suelta a su imaginación, con figuras cargadas de tensión y dramatismo; cuerpos cuya ejecución dan buena muestra de su dominio y preferencia por el dibujo. A lo anterior hay que sumar su habilidad para crear atmósferas siniestras capaces de generar una honda inquietud en el espectador.

La predicación y los hechos del Anticristo

Entre las escenas que decoran la capilla destacan especialmente dos (al menos según mi gusto personal): La predicación y hechos del Anticristo (sobre estas líneas) y Los condenados. En la primera de ellas encontramos un detalle digno de mención: la representación del Maligno no es la habitual en otros pintores y épocas. No estamos ante un dragón o una bestia infernal derrotada por el arcángel Gabriel, alanceada y dominada por las fuerzas celestiales. Aquí nos encontramos con el mismísimo Anticristo, el hijo del Diablo, que vendrá al mundo en el fin de los tiempos. Aparece representado con rasgos similares a Cristo (aunque un tanto “infernales”, con dos mechones de pelo a modo de cuernos), pues el Maligno intenta burlarse del Señor imitándole. Sin embargo, el Anticristo no está solo. Tras él, susurrándole al oído lo que tiene que decir se encuentra Satanás, con su habitual cornamenta y su color rojo. Ambas figuras se asemejan a un marionetista y su muñeco, pues los brazos del Anticristo parecen extensiones de las extremidades del Diablo.

Luca Signorelli, Hechos del Anticristo

A los pies de ambos, elevados sobre un pedestal, se acumulan riquezas y tesoros dejados por sus adoradores. Son los pecadores, que se han dejado arrastrar por el Mal y la iniquidad. La escena se completa con la representación de una masacre a la izquierda, una figura femenina que está vendiendo su cuerpo a un hombre y un grupo de personas a ambos lados del pedestal, los pecadores. En el nivel superior, a la derecha, vemos un grupo de clérigos apelotonados, que recurren al rezo para evitar el influjo y las tentaciones del Maligno y su hijo. En el lado izquierdo, aún más arriba, aparece un arcángel derrotando a Lucifer y arrojándolo a tierra, sobre un grupo de sus seguidores: todos ellos caen víctimas del poder de Dios. También pueden verse otros de los actos del Anticristo, con la resurrección de un fallecido (otra imitación burlesca de los actos de Cristo).

Luca Signorelli y Fra Angelico

He dejado para el final la presencia de dos figuras abajo a la izquierda, que según los especialistas estarían representando al propio artista (figura izquierda) y al también pintor Fra Angelico, autor de las pinturas existentes en el techo de la capilla. Por otra parte, algunos historiadores del arte han sugerido la posibilidad de que la representación del Anticristo tuviera también la intención de representar simbólicamente al polémico e “incómodo” Savonarola, el dominico que terminó sus días colgado y quemado públicamente en Florencia, el 23 de mayo de 1498. Esta posibilidad es bastante probable, pues Signorelli había estado bajo la protección y el patronazgo de los Médicis, promotores a su vez de la escuela neoplatónica de Marsilio Ficino. En una de las obras de éste último, Apología, se identifica a Savonarola con el “falso profeta”.

Los condenados, Luca Signorelli

En cuanto a la otra escena que atrae de forma especial mi atención, la correspondiente a la representación del Infierno, en ella encontramos esas figuras dramaticas y violentas que comentaba al principio. Todo un despliegue de demonios que disfrutan atormentando a los pecadores, a quienes someten a mil y una torturas. Ya sabéis, ¡mucho ojito con ser malos, o ya sabéis lo que os espera! ;-P

Los condenados (detalle), Luca Signorelli

Los condenados (detalle), Luca Signorelli

Los condenados (detalle), Luca Signorelli

Los condenados (detalle), Luca Signorelli

Entradas relacionadas:

El príncipe de las tinieblas (I)

13feb/0810

El laboratorio del alquimista (V)

Bueno, pues después de la mudanza y de quedarme un poco más tranquilo en cuanto a trabajo, vuelvo a la carga con ARS SECRETA, tras este paréntesis más prolongado de lo habitual. Por ahora os dejo con un post ligerito, continuando con la serie de El laboratorio del alquimista.

Hoy os traigo algunas de las pinturas del holandés Thomas Wyck (1616-1677) quien, al igual que su contemporáneo David Teniers (hablamos de él en el último artículo de la serie) sintió cierto interés por plasmar el interior de los gabinetes de estudio y laboratorios de los practicantes de la Gran Obra. Su producción "alquímico-pictórica" está muy repartida por distintos museos y colecciones privadas, y sobrepasa fácilmente la docena de obras (al menos, las que yo he podido encontrar a través de la red, seguramente serán más).

Alquimista en el laboratorio

En las pinturas de Wyck comienza a verse un cambio respecto a otros artistas. En estas obras el alquimista empieza a ser representado como un científico serio, rodeado de libros y herramientas de trabajo, alejándose del modelo anterior, en el que los protagonistas aparecían en medio de alambiques y retortas, muchas veces representados con una intención crítica. Ahora son más químicos que alquimistas, un cambio lógico si tenemos en cuenta que en las fechas que Wyck pintó algunas de sus obras, comenzaba a hacerse más evidente la separación entre ambas disciplinas, hasta entonces indisolublemente unidas.

Alquimista trabajando, Museo del Louvre, París.

The Fitzwilliam Museum, Cambridge

El alquimista, Rijksmuseum, Amsterdam.

El alquimista, Museo del Hermitage, San Petesburgo.

Origen de las imágenes: Rijksmuseum (Amsterdam), Museo del Hermitage (San Petesburgo), Museo del Louvre (París), The Fitzwilliam Museum (Cambridge).

* Entradas relacionadas:

-El laboratorio del alquimista I, II, III y IV.

6feb/083

Desconectado…

Es posible que algunos de vosotros, los que sois lectores habituales, os pregunt?is los motivos de un silencio tan prolongado. ?Tranquilos! No pasa nada grave :-) Simplemente acabo de mudarme (he dejado Madrid y he regresado a Zaragoza), y todav?a estoy un poco liado entre cajas, papeleos y mucho, mucho trabajo por terminar ;-)

No s? cu?ntos d?as estar? "fuera de juego", pero creo que dentro de poco volver? a actualizar con nuevos contenidos.

Saludos y muchas gracias por seguir ah? :-)