Ars Secreta
4oct/077

Los enigmas de Durero, en el Museo Thyssen

durerthumb.jpgTal y como os había avanzado en un post anterior, el Museo Thyssen de Madrid inaugura el lunes 8 de octubre una exposición sobre el genial Alberto Durero. El pintor y grabador alemán no viene sólo, pues le acompañan obras de otros fantásticos artistas, como Lucas Cranach (en unos días hablaremos de alguna de sus obras) o Hans Baldung, de quien ya hablamos aquí.

Entre las obras de Durero presentadas en la exposición se encuentran algunas sobre las que ya hemos hablado aquí, como Melancolía I, que como vimos está cargada de enigmas sobre su interpretación. Pero además, la muestra nos ofrece la posibilidad de disfrutar de otras joyas del artista alemán que también encierran cierto misterio. Precisamente, tenía un pequeño comentario reservado en la "recámara" sobre una de ellas, el Retrato de Johannes Kleberger (1526); así que, aprovechando que está incluida en la muestra, que mejor momento para traerla hasta Ars Secreta.

Cuando repasamos Melancolía I, mencionamos la posible influencia de las tesis de Cornelius Agrippa en el grabado de Durero. En el retrato de Kleberger, podemos encontrar otras pistas que parecen refrendar esta hipótesis. Johannes Kleberger era un rico e influyente comerciante alemán afincado en Lyon, que llegó a convertirse en valido del rey Francisco I de Francia.

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Durante un viaje a Nuremberg en 1525, Kleberger encargó a Durero un retrato, en el que hoy podemos descubrir algunos elementos claramente esotéricos. Concretamente, en la esquina superior izquierda de la pintura se aprecia un extraño emblema, formado por seis estrellas y un misterioso símbolo. Se trata del signo cabalístico conocido como Sol in corde leonis, conjunción de la estrella más brillante de Leo con el Sol; este símbolo está directamente tomado de De Occulta philosophia. Parece ser que Kleberger pudo haber tenido la ocasión de conocer a Agrippa en Lyon. Según el ocultista alemán, los nacidos bajo este signo de Leo (como Kleberger) estaban destinados a la grandeza. Pero hay más. El Sol in corde leonis era, al igual que el cuadrado mágico presente en el célebre grabado del artista, un amuleto benéfico contra el influjo de la melancolía.

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Ya sabéis. No hay excusa para perderse la exposición del Thyssen. Yo ya estoy deseando que llegue el lunes… ;-)

Enlaces relacionados:

-Melancolía I, de Durero

-La pesadilla apocaliptica de un genio

-El arte macabro de Hans Baldung 'Grien'

14jul/0718

El arte macabro de Hans Baldung ‘Grien’

baldungthumbnail.jpgHace unos días tuvimos la ocasión de repasar parte de la obra del genial Alberto Durero. Hoy quería comentar la creación de otro fantástico artista alemán: Hans Baldung Grien (1484-1545), quien además fue, precisamente, amigo y alumno aventajado de Durero.

Baldung nació hacia 1484-85 en Schwäbisch Gmünd (Suabia, Alemania), en el seno de una adinerada familia. Aunque su padre era un afamado abogado y su tío era médico del emperador Carlos V, él dirigió sus pasos hacia la creación artística. En un primer momento se formó en talleres de Alsacia. Sin embargo, recién arrancado el nuevo siglo, en 1502, viajó a Nuremberg, donde entró a formar parte del taller de Durero, con quien le uniría una gran amistad el resto de su vida.

Allí desarrolló sus dotes artísticas, y en sus obras de esta época se reconoce el vocabulario formal de su maestro. Durero lo consideró, sin lugar a dudas, como su discípulo más aventajado pues, al parecer, lo dejó al mando del taller durante el tiempo en que realizó sus viajes a Italia.

Gran parte de la obra de Baldung –tanto grabados como pinturas– aborda temáticas religiosas. De hecho los historiadores del arte consideran que su obra maestra es la decoración para el altar de la catedral de Friburgo, en la que destaca la escena de La coronación de la Virgen. Pero a pesar del buen número de obras religiosas, mi interés por Baldung procede de la que fue su "obsesión" temática: el discípulo aventajado de Durero fue un experto a la hora de representar escenas macabras, y gozaba de una gran facilidad para crear atmósferas extrañas, desasosegantes y misteriosas. Entre esta producción destacan sus escenas dedicadas a representar brujas durante sus sabbats o aquelarres.

Parece que este gusto por lo macabro aumentó tras su traslado a Estrasburgo (1509), donde adquirió su ciudadanía, entrando a formar parte de un gremio de artistas y creando su propio taller. En aquellas fechas el círculo cultural de la ciudad estaba plagado de humanistas interesados en temas como la alquimia y la brujería, y por lo tanto no es extraño que sus obras reflejen dichas cuestiones. Además, su obra parecer reflejar también cierta influencia de otro destacado pintor alemán del momento, que también manifestó un gusto especial por lo macabro: Grünewald (a quien por cierto también tengo pensado analizar aquí).

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En España tenemos la suerte de poder disfrutar en vivo de algunas de sus obras. El Museo del Prado, por ejemplo, posee algunas de estas pinturas de temática macabra: Las edades y la muerte (1539) y Las tres gracias o La Armonía (1540); estas pinturas (sobre estas líneas), que van emparejadas, aluden al concepto de Vanitas, a la fugacidad de la vida y las cosas terrenales, al paso inexorable del tiempo y la imposibilidad de escapar al destino de la muerte. A pesar de todo, en estas dos obras que fueron propiedad de Felipe II, aparece también otro elemento presente en buena parte de la producción de Baldung: un marcado erotismo. Otro museo madrileño, el Thyssen, alberga también otras dos obras del pintor y grabador: Adán y Eva (1531) y Retrato de una dama (1530).

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Otras de sus pinturas, como El caballero, la joven y la muerte (1505), Eva, la serpiente y la muerte (1510), La muerte y la doncella (1518-20) o Las siete edades de la mujer también reúnen características similares: de nuevo la presencia del erotismo, lo macabro y la preocupación por la brevedad y fugacidad de la vida.

2sabbath_thumbnail.jpgAlgunos de estos elementos se repiten en sus grabados, en los que abundan los trabajos sobre brujería. Una de las obras más llamativas es Sabbat de las brujas (1510), en la que aparecen representadas varias adoradoras de Satán, acompañadas de algunos de sus atributos: las horquillas y palos (supuestos métodos de transportes), las cabra sobre la que vuela una de ellas, la ofrenda diabólica que sostiene sobre su cabeza una de las brujas o la vasija con una inscripción indescifrable. También son buenos ejemplos de esta creación brujeril Saliendo hacia el Sabbat (expuesto en la Albertina) o Tres brujas (1514).

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Esta obsesión por el tema de las brujas no le abandonó hasta el final de sus días. Una prueba de ello es la pintura Dos brujas (1523) y, en especial, otro de sus grabados magistrales: Mozo de caballería embrujado (1544). En esta obra vemos su interés por la perspectiva, pero lo que más destaca es ese dominio para crear atmósferas extrañas. El mozo aparece tumbado, mientras una bruja con una antorcha asoma por una ventana, después de haber lanzado su hechizo. Los estudiosos no terminan de ponerse de acuerdo sobre la interpretación de la escena: para unos la bruja ha lanzado su maldición directamente sobre el mozo, y el caballo gira su cabeza al presentir algo extraño; para otros, por el contrario, la bruja ha hechizado al caballo y éste ha golpeado a su cuidador. Otros estudiosos incluso proponen que el grabado es una alegoría de la lujuria, razón por la cual la bruja muestra uno de sus pechos desnudos.

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mercury_thumbnail.jpgComo ocurre con su maestro Durero, alguna de las obras de Hans Baldung tampoco escapan a la interpretación alquímica. Este es el caso de la pintura Mercurio (Museo Nacional de Estocolmo). Autores como Jan van Lennep, en su célebre y clásica obra Arte y Alquimia, consideran que dicha pintura puede interpretarse como alusión a la Gran Obra. Evidencias de ello serían el caduceo que sujeta el dios, su sexo indistinto, el caracol que también aparece y, especialmente, el león que se mira en las aguas, supuesto símbolo del oro…

Más adelante repasaremos las obras de otros artistas que también reflejaron escenas de brujería. Espero que la obra de Baldung os haya parecido tan sugerente y misteriosa como me resulta a mí.

Entradas relacionadas:

-Melancolía I, de Durero.

-Galería con más obras de Hans Baldung en Wikimedia Commons.

4jul/072

La pesadilla apocalíptica de un genio

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Después de preparar la anotación sobre Melancolía I, recordé que mientras reunía información para el libro había archivado una curiosa información sobre otra obra de Durero. Tras un buen rato rebuscando entre mil papeles (soy un desastre, lo reconozco), por fin he localizado mis notas sobre la cuestión, y he pensado compartirlas con vosotros.

La obra en cuestión es en este caso una acuarela, hoy conservada en el Kunsthistorischen Museum de Viena, y representa un tema muy poco habitual. Esta pequeña obra (30 x 43 cms) lleva el sugerente título de Visión onírica, pues representa, ni más ni menos, un sueño (en realidad un terrible pesadilla) que Durero tuvo en 1525. En la noche del 7 al 8 de junio de aquel año, el artista alemán se despertó temblando, envuelto en sudores, atemorizado por el "espectáculo" que su mente había creado para él. Cuando se levantó a la mañana siguiente, Durero se dirigió rápidamente a su taller y pintó de forma apresurada la acuarela que podéis contemplar arriba.

Él mismo añadió el texto que acompaña a la obra, y que explica lo sucedido. A continuación os dejo una traducción de dicho texto (perdonar si hay alguna imprecisión), para que conozcáis el curioso suceso de manos de su protagonista:

En 1525, durante la noche entre el miércoles y el jueves después de la semana de Pentecostés, tuve esta visión mientras dormía, y vi cómo unas muy grandes aguas caían desde los cielos. La primera golpeó el suelo a unas 4 millas de mí con una fuerza tan terrible y un ruido tan enorme, que inundó toda la campiña. (…) Y el aguacero siguiente fue enorme. Algunas de las aguas cayeron a alguna distancia, y otras más cerca. Y venían desde una altura tal, que parecían caer muy lentamente. Pero la primera tromba de agua que golpeó el suelo lo hizo tan repentinamente, y había caído a tal velocidad, y estaba acompañada por viento y por un rugido tan aterrador, que cuando me desperté todo mi cuerpo temblaba, y no pude recuperarme durante un tiempo. Cuando me levanté por la mañana, pinté lo que se ve arriba tal y como lo había visto. Ojalá cambie el Señor todas las cosas para mejor.

La época en la que Durero tuvo su sueño y pintó esta acuarela fue un momento difícil, especialmente en términos religiosos. Eran unos años duros, de incertidumbre, con la Reforma protestante en pleno apogeo. Por este motivo, algunos historiadores han interpretado que la desagradable experiencia onírica del genio alemán pudo tener su origen en aquellos "tiempos revueltos". De hecho, muchos pensaron entonces que un nuevo Diluvio, un terrible castigo de Dios, iba a destruir el mundo. Este temor catastrofista y apocalíptico se había visto alimentado, además, por los vaticinios de algunos astrólogos, que el año anterior habían "leído" en los cuerpos celestes que una gran inundación iba a acabar con todo ser viviente.

Como podéis ver, hasta una vívida pesadilla es capaz de influir en la Historia del arte, en este caso agitando la imaginación y el pincel de uno de los genios más grandes que ha dado el Renacimiento.

Más información:

-Panofsky, Erwin. Vida y arte de Alberto Durero. Alianza Editorial. Madrid, 1995. (3ª edición).

2jul/0723

Melancolía I, de Durero

durerothumb.jpgEn más de una ocasión me han preguntado cuál es el artista que más me gusta, o cuál me parece más "misterioso". Como es lógico, y como os sucederá a muchos de vosotros, me resulta imposible escoger a uno sólo. Pero aunque tengo muchos artistas favoritos –cada uno por los motivos más variados–, sí puedo decir que uno de ellos es el alemán Alberto Durero (1471-1528).

Y aprovechando que acaba de inaugurarse en el Museo Guggenheim de Bilbao una exposición dedicada a su obra en plancha, es decir, a sus grabados, he decidido que era un buen momento para mencionar una de sus obras, que se encuentra entre las llamadas Estampas maestras de este genio del Renacimiento alemán.

Si os habéis fijado en el título de la entrada, ya sabéis que me refiero a Melancolía I (1514). En realidad, esta obra –al igual que otras del célebre artista– necesita un análisis muy, muy extenso para desentrañar todos los enigmas que encierra. Pero como tal empresa resulta excesiva, me limitaré a recoger aquí algunas de las hipótesis más extendidas, que han intentado dar una explicación satisfactoria al trabajo.

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Un rápido vistazo al trabajo nos permite observar que, en primer lugar, destaca una figura femenina, provista de alas, y que parece identificarse con un ángel. Apoya su cabeza –coronada de hierbas– en una de sus manos (con la otra sostiene un compás), y el rostro aparece en sombra. Junto a esta figura principal observamos también un niño, apoyado en una piedra de molino, y que está pintando sobre lo que parece una tabla o una pizarra. Junto al pequeño, vemos un poliedro que llama poderosamente la atención (y que oculta parcialmente un crisol encendido), así como una escalera de siete peldaños que asciende hasta una torre o edificio del que no se vislumbra su final. Junto a la escalera vemos una especie de cometa, además de un animal que parece un murciélago, sosteniendo una cartela con el texto "Melencolia I", que evidentemente dan título al grabado. En la parte superior derecha descubrimos una balanza, un reloj de arena, una campanilla y, bajo esta, un cuadrado mágico, en el que la suma de las celdas da siempre 34. Finalmente, en la parte inferior vemos un perro dormido y una serie de herramientas: una esfera, unos clavos, una sierra, una regla, etc...

Una de las lecturas más extendidas alude a la llamada teoría de "los cuatro humores". En la Antigüedad clásica –y en épocas posteriores, entre ellas el Renacimiento–, era popular la idea de que el ser humano estaba influido física y anímicamente por cuatro fluidos o "humores": sanguíneo, colérico, flemático y melancólico. La mezcla de dichos fluidos o humores, y la mayor presencia en el ser humano de uno de ellos (la situación ideal era la del equilibrio entre tales fluidos), determinaban el carácter, la personalidad y la salud de los individuos. En esta teoría entraban también en juego los efectos de algunos planetas, las cuatro estaciones, los cuatro elementos o los cuatro vientos, entre otros factores. De este modo, el grabado de Durero estaría aludiendo al carácter melancólico. De hecho, la melancolía se conocía también como bilis negra y, como ya hemos dicho, el rostro del "ángel" del grabado aparece sombreado, oscuro, lo que parece una clara alusión a este carácter.

marsilio_ficino.jpgCuriosamente, durante el Renacimiento se reivindicó la figura del melancólico como reflejo de la genialidad y la creatividad del artista. Y personajes tan notables e influyentes como el filósofo neoplatónico y ocultista Marsilio Ficino (1433-1499), hicieron lo posible por ensalzar este temperamento melancólico. Otra evidencia de la influencia de Ficino la encontramos en el cuadrado mágico que aparece en el grabado (otro día hablaremos con calma de los cuadrados mágicos). Al tiempo que reivindicaba el temperamento melancólico, Ficino ensalzaba también al planeta Saturno, directamente relacionado con este temperamento (de hecho, el filósofo florentino y otros neoplatónicos se llamaban a sí mismos saturninos). Sin embargo, reconocía el carácter parcialmente negativo del planeta, por lo que recomendaba el uso de talismanes para compensar sus efectos nocivos. Y así, este cuadrado mágico presente en el grabado, sería uno de estos talismanes de propiedades benéficas.

Sin duda alguna, la teoría de los humores está presente en la obra de Durero. Y tenemos más evidencias de ello, que además señalan hacia teorías complementarias de la época.

agrippa.jpgLa cartela que sostiene el misterioso y desagradable murciélago, con el lema Melencolia I, está haciendo referencia a las ideas de otro célebre personaje renacentista: el mago, cabalista, ocultista y filósofo alemán Cornelius Agrippa de Nettesheim. Según recoge Agrippa en obra De Occulta Philosophia, el hombre es capaz de alcanzar todos aquellos logros espirituales e intelectuales que se proponga con la ayuda "de lo alto", bien a través de sueños proféticos o mediante la influencia –otra vez– de Saturno. Sin embargo, la interpretación de Agrippa ampliaba la de Ficino, pues atribuía al planeta la facultad de influir también en la imaginación y en la razón, y no sólo en la mente intuitiva. Es casi seguro que Durero conoció las tesis de Agrippa, e incluso es probable que conociera al ocultista personalmente. Por tanto, no sería de extrañar que sus ideas terminaran por influir en algunas de sus obras de arte (otro día veremos una pintura de Durero que así parece confirmarlo).

Las interpretaciones herméticas, esotéricas y ocultistas del grabado no terminan aquí. Otros autores han añadido, además de las mencionadas, una lectura en clave alquímica. Para estos estudiosos, la alusión al temperamento melancólico tendría una significación en relación con la Gran Obra. Así, la bilis negra correspondería con el nigredo, una de las fases del proceso alquímico. Bajo este prisma, la lectura del título del grabado adquiere un sentido muy concreto.

La balanza y el reloj de arena, serían símbolos de Saturno. Este planeta está asociado, en alquimia, al color negro (nigredo), y al plomo, el metal utilizado inicialmente por los alquimistas. Hay también una rueda de molino, símbolo de la «vía seca», uno de los métodos para la obtención de la Gran Obra, y también emblema de la putrefacción.

La alusión al nigredo está también presente en el rostro oscurecido del ángel, que sería un hermafrodita alado. El poliedro sería también símbolo de Saturno; la escalera de siete peldaños indicaría los pasos que debe seguir el alquimista. Por otra parte, la esfera y el poliedro aludirían a la geometría como base de la alquimia. Otros símbolos de tinte alquímico serían –siempre según esta interpretación–, el perro, las herramientas dispuestas en el suelo y el crisol encendido, que casi pasa desapercibido, semioculto por el poliedro.

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Finalmente, algunos elementos podrían esconder también –sin que excluyan los significados anteriores– otros elementos. Así, por ejemplo, en el cuadrado mágico podría leerse, tal y como señalan algunos autores, la fecha de la muerte de la madre del artista, Barbara Dürer. En la primera fila vemos: 16 - 3 - 2 - 13. Estas cifras podrían interpretarse así: 16, 3 + 2 (=5, mes de mayo) - 13 (1+3= 4, en alusión a 1514), dando la fecha de 16 de mayo de 1514. Esta interpretación se vería confirmada por la presencia de la campanilla (sería una campanilla fúnebre), y el reloj de arena nos recordaría la fugacidad de la vida. De este modo, el ángel melancólico del grabado sería el propio Durero, hundido en ese estado por la fatal pérdida.

Como podéis ver, interpretaciones no faltan. Sin duda, todas las aquí comentadas tienen elementos que las respaldan. Personalmente creo la teoría de los humores, con influencia tanto de Ficino como de Agrippa (y especialmente de este último), en alusión al influjo creativo de la melancolía, es la más satisfactoria. La hipótesis alquímica no me convence tanto, aunque no me atrevo a descartarla. Y algo similar opino sobre la visión del fallecimiento materno, que además sería compatible con las anteriores, pues nada impide que la obra ofrezca varios mensajes a un mismo tiempo. De un modo u otro, sin duda Melancolía I parece ofrecernos un "autorretrato" del propio Durero quien, con probabilidad, se veía así mismo como un espíritu melancólico y taciturno, un artista creador dominado por el influjo de Saturno…

Os dejo con otros dos trabajos en plancha, que junto a Melancolía I, completan las llamadas Estampas Maestras de Durero: El caballero, la muerte y el diablo (1513) y San Jerónimo en su celda (1514). Magníficas. Y las tres pueden ser contempladas y disfrutadas, junto a muchas otras, en la exposición del Guggenheim de Bilbao, hasta el 9 de septiembre.

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Galería de imágenes de Durero en Wikimedia Commons.

PD: Si por alguna razón la visita al Guggenheim no os viene muy bien, tendréis otra oportunidad en octubre de este año, pues el Museo Thyssen acogerá una gran muestra de este artista (y también de otro pintor, Lucas Cranach, del que también hablaremos otro día).

PD2: Si os apetece –y tenéis buena conexión– podéis descargaros una versión facsímil, en pdf o gif, de la obra de Agrippa, De Occulta Philosophia. Eso sí, está en inglés, y son más de 300 Mb. Sólo tenéis que pinchar aquí. Gentileza de la Michigan State University.

Bibliografía:

-Panofsky, Erwin. Vida y arte de Alberto Durero. Alianza Editorial. Madrid, 1995. (3ª edición). [*Imprescindible*]

-Matilla, José Manuel. "El arte de la estampa". Capítulo dentro de: Durero. Obras maestras de la Albertina. Museo Nacional del Prado. Madrid, 2005.

-Bertrand, José Antonio. La Alquimia en el Bosco, Durero y otros pintores del Renacimiento. Editorial. Barcelona, 1989.

-Díaz, María Rosa. ¡Oh, Melancolía! Contexto Educativo nº 13, noviembre 2000.