Estelas mágicas de Horus
Como ya sabréis los que visitáis el blog asiduamente, hasta ahora no he prestado excesiva atención a obras de arte procedentes de la Antigüedad, con la excepción de ciertas piezas relacionadas con los cultos mistéricos, o algunas cuestiones puntuales como el tema de la psicostasis. Mi intención es ir cambiando esta tendencia, tanto en la página como en la versión impresa de la segunda parte de ARS SECRETA (paciencia, sigo metido en faena ).
Como pequeño adelanto, hoy quería traeros una serie de piezas procedentes del Antiguo Egipto. En concreto se trata de algunos Cippus (un tipo de estelas) de Horus, también conocidos como Estelas de Horus sobre cocodrilos. Estas piezas escultóricas, que se hicieron populares en época tardía (especialmente a partir del siglo VI a.C.), evidencian la gran importancia que tuvieron las prácticas mágicas entre los antiguos egipcios. En este caso concreto, los cippus suelen representar a Horus Harpócrates (Horus el niño) triunfando sobre animales peligrosos, y en especial sobre cocodrilos, serpientes y escorpiones. La razón de esta iconografía reside en el hecho de que los antiguos egipcios creían que estas estelas o cippus tenían el poder de proteger y curar –llegado el caso– frente a las mordeduras y veneno de dichos animales.
Cippus de Horus. Siglos VI-III a.C. Crédito: British Museum.
A su vez, la base de esta creencia se encuentra en un antiguo mito egipcio, en el que Horus y su madre Isis son atacados por una alimaña mientras se ocultan de Seth en el delta del Nilo. Thot, el dios de la medicina, sanó las heridas de Horus y le concedió el poder de dominar a estas criaturas peligrosas. De ahí que se le represente pisando los cocodrilos y sosteniendo en sus manos serpientes y escorpiones. En la estela que podéis ver sobre estas líneas (podéis hacer click sobre ella para ampliarla), Horus aparece representado de esta forma, y sobre él se aprecia también una cabeza del dios enano Bes, una divinidad relacionada igualmente con la protección a las madres y sus niños, así como con amuletos mágicos, los cuales se utilizaban también para protegerse de picaduras de animales venenosos, y que aquí aparece como elemento protector de Horus niño.
Otro detalle curioso de esta estela es que en los jeroglíficos en blanco que rodean a Horus aparece también el dios Heka, la deificación de la magia para los egipcios (de hecho, heka era el término usado para designar a la magia). Es la figura que aparece a la izquierda de su cara (a la derecha aparece su madre Isis).
Un esquema muy similar se repite en esta otra estela, en esta ocasión conservada en el Museo de Brooklyn, Nueva York, y que datada del siglo III a.C. Además de los relieves y esculturas que ya hemos comentado en la pieza anterior, presenta varios hechizos protectores.
Cippus de Horus. Siglo III a.C. Crédito: Brooklyn Museum.
De nuevo encontramos este tema en una talla de madera pintada de negro y de una época similar al primer ejemplo, conservada también en el British Museum. Como podréis ver, la iconografía es muy similar:
Cippus de Horus. Crédito: British Museum.
Hay un último detalle en torno a estas piezas que merece nuestra atención. Al igual que sucedía con la representación de la psicostasis en los templos cristianos medievales, parte de esta iconografía de Horus sobre los cocodrilos parece adivinarse –con variaciones– en algunas obras de arte cristiano y, concretamente, en escenas en las que Cristo o el arcángel San Miguel derrotan a Satanás, representado bajo la forma de la serpiente o el dragón. Evidentemente, en los casos cristianos la representación no tiene nada que ver con la magia, sino que únicamente se tomó un símbolo ya existente y se transformó su mensaje (algo que vimos también en el caso del zodíaco de Cristo, por ejemplo). En este caso ya no son cocodrilos los que están bajo los pies del dios, sino un dragón, un demonio o una serpiente, y se representa la victoria de Cristo sobre el diablo. Os dejo tres ejemplos elegidos al azar. Seguro que conocéis muchos más…
Descenso de Cristo al Infierno. Duccio di Buoninsegna. 1308-11. Museo dell'Opera del Duomo, Siena.
San Miguel y el Dragón. 1505. Rafael Sanzio. Museo del Louvre.
Madonna de los Palafreneros. 1605-06. Caravaggio. Galería Borghese.
BIBLIOGRAFÍA:
PINCH, Geraldine. Magic in Ancient Egypt.
British Museum Press. London, 1994.
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El Rey Blanco y las artes oscuras
En ocasiones anteriores ya he hablado aquí del notable interés que manifestaron numerosos personajes poderosos como Felipe II, el emperador Rodolfo II o la reina Cristina de Suecia, entre otros, por cuestiones "ocultas" o esotéricas, y cómo dichos intereses propiciaron la creación de hermosas y singulares obras de arte.
La obra que quiero compartir con vosotros (la tenéis un poco más abajo) es un grabado realizado por el artista Hans Burgkmair el Viejo (1473-1531), contemporáneo de Durero. Dicha obra lleva el sugerente título de El deseo del Rey Blanco por aprender las artes oscuras, y lo más sorprendente de todo es que el citado "rey blanco" (Weiss Kunig, en alemán), no es otro que el emperador Maximiliano I. El grabado, cuyo simbolismo explicaré un poco más abajo, es uno de los cientos que aparecen en el libro Der Weisskunig (El Rey Blanco), una biografía del propio Maximiliano escrita por Marx Treitzsaurwein –siguiendo dictados del emperador– cuyas dos primeras partes están dedicadas a relatar la vida de sus padres, así como su propio nacimiento y educación, desde la infancia hasta la juventud. Esta voluminosa obra tenía también una tercera parte que relataba la vida política de Maximiliano, y su contenido fue personalmente dictado por el monarca. Además, la obra está decorada con numerosos grabados, obra de Leonard Beck, Hans Schäuffelein, Hans Springinklee y el citado Burkmair.
El deseo del Joven Rey Blanco por aprender las artes oscuras. (Imagen: Kintzertorium / Flickr)
Volviendo a la obra que nos interesa, el grabado de arriba, pertenece concretamente a la segunda parte de la biografía, la dedicada a la educación del joven Maximiliano. En el centro de la imagen aparece el futuro emperador, acompañado por un clérigo que le muestra un libro abierto.Flanqueándolos, destacan cuatro figuras. A la izquierda, una mujer vieja, con una bolsa en una de las manos, sostiene penosamente en su espalda la figura monstruosa de un pequeño demonio. En la derecha, un monje con un libro bajo el brazo y, sobre él, surgiendo entre las nubes, aparece la figura de un ángel. La parte superior, como podéis ver, está ocupada por el firmamento nocturno, cuajado de estrellas. Curiosamente, de dos de ellas cuelgan sendos libros, sostenidos por cadenas.
Teniendo en cuenta el título del grabado y la curiosa escena que acabo de mencionar, podría pensarse que Maximiliano está siendo aleccionado en los secretos de la magia negra. Sin embargo, el verdadero mensaje es muy diferente, tal y como se explica en las propias páginas del libro. En realidad, la intención de la obra de Burgkmair era igualar al joven emperador con Cristo pues, al igual que éste, habría sido "tentado por el diablo", en su caso a través de un inicial interés por las artes oscuras, de moda en la época. Así, las figuras de la izquierda (viaje/bruja y demonio) son el símbolo del mal, mientras que las de la derecha (monje y ángel), representan al bien. Los dos libros, sostenidos por arte de magia desde las estrellas, contienen los saberes ocultos (y contrarios a la fe cristiana) de las artes oscuras. El texto del capítulo que decora este grabado aclara que el joven Maximiliano logra rechazar la tentación del diablo, venciendo así al mal.
Páginas iniciales de Der Weisskunig.
Aunque el ejemplo anterior deja claro el rechazo del monarca hacia la brujería y la magia negra, lo cierto es que Maximiliano, al igual que otros muchos personajes poderosos de su tiempo (eclesiásticos incluidos) se dejó seducir por otras prácticas poco ortodoxas, y de forma especial por la astrología. A lo largo de su vida, el emperador manifestó en varias ocasiones su certeza de que la disposición de los astros en el horóscopo de su nacimiento no era demasiado favorable, aunque por fortuna este aspecto negativo había quedado, según creía, atemperado por la benevolencia de la "providencia divina".
Este interés del emperador por el influjo de los astros queda de manifiesto en otros dos grabados de Burgkmair, también incluidos en Der Weisskunig. De uno de ellos, titulado precisamente Cómo el Joven Rey Blanco aprendió el arte de la astrología (correspondiente al capítulo 22), no he encontrado por desgracia una imagen de buena calidad. De todos modos, y por su interés, incluyo aquí una versión en tamaño reducido.
Cómo el Joven Rey Blanco aprendió el arte de la astrología.
El segundo, en el que se muestra el nacimiento del futuro monarca –en este caso si contamos con una imagen mayor–, evidencia de nuevo su interés por dicha disciplina. En el grabado, correspondiente al capítulo 14, como podéis ver un poco más abajo, aparece una mujer (probablemente una niñera), sosteniendo en sus brazos al recién nacido. Sobre ambas figuras descubrimos otra vez un cielo estrellado, pero en esta ocasión hay otro detalle que llama la atención: la Luna y tres estrellas emiten un curioso resplandor que desciende hasta las dos figuras, dando a entender el influjo que los astros ejercen sobre el recién nacido.
Der Weisskunig, grabado para el capítulo 14.
En lo que respecta al artista, Burgkmair, hay que señalar que estas no son las únicas obras en las que abordó temáticas "mágicas" o "esotéricas". Otros de sus grabados muestran también escenas de brujería, magia o temas macabros. Pero eso ya es otra historia…
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Calendario mágico
Esta es una de esas sopresas que me encuentro de vez en cuando mientras voy buscando información sobre alguna otra cosa, y que aparecen cuando menos te lo esperas. Las imágenes que tenéis bajo estas líneas pertenecen a un Calendrier Magique (Calendario mágico) para 1896 editado en París el año anterior por la galería L'Art Nouveau. Se trata de una obra que muestra el interés que existió a finales del siglo XIX por todas las temáticas ocultistas, y en especial por la magia, el espiritismo o el culto al diablo. Las ilustraciones son obra del pintor e ilustrador italiano Manuel Orazi (1860-1934), quien desarrolló un estilo a medio camino entre el simbolismo y el modernismo. Por la poca información que he encontrado sobre él destacó especialmente como ilustrador de diversas revistas y libros de la época, alcanzando cierto éxito en dicha labor.
En cuanto al Calendario Mágico, pocos datos he podido encontrar. Únicamente que se hizo una edición de 777 ejemplares (probablemente la cifra fue un guiño a la tradicional atribución de propiedades mágicas al número 7), y que se conserva una copia de la insólita obra en la división de Colecciones de Manuscritos y libros raros de la Biblioteca de la Universidad de Cornell. Sin duda, toda una rareza Os dejo con algunas de las ilustraciones realizadas por Orazi para los distintos meses de ese mágico 1896 (click en las imágenes para ampliar). Si queréis ver el trabajo completo, podéis hacerlo en esta dirección de la citada Universidad de Cornell. Por cierto, allí encontraréis también una curiosa colección de imágenes titulada The Fantastic in Art and Fiction, repleta de grabados e ilustraciones sobre brujería, demonios y monstruos varios.
(Imágenes procedentes de: Cornell University Library)
La magia de Sir John Dee, en el Museo Británico
John Dee (1527-1609) fue una de las mentes más brillantes de su tiempo. Consumado astrónomo, matemático y geógrafo, mostró también un interés inusitado –como otros pensadores de su época- por disciplinas heterodoxas, como la astrología, la magia o la alquimia. Por otra parte, su erudición en el arte de navegar lo convirtió en asesor y consultor de buena parte de los mayores representantes de la armada británica. Y, además, formó parte durante algún tiempo de la corte de la reina Isabel I de Inglaterra, convirtiéndose en su astrólogo personal.
En ARS SECRETA, como es lógico, nos interesa especialmente su faceta como mago, alquimista y ocultista. A partir de cierto momento de su vida –especialmente tras conocer a un oscuro personaje, Edward Kelly–, Dee se mostró especialmente interesado en hallar una forma de contactar con los ángeles. Los escritos de Dee dan a entender que estaba convencido de haber logrado dicho contacto, y reflejo en sus textos estas conversaciones con entidades espirituales, dejando constancia del llamado "lenguaje enoquiano" (de los ángeles), que le había sido revelado.
Os cuento todo esto porque, aunque pueda parecer sorprendente, el Museo Británico conserva en su colección varias piezas que pertenecieron a John Dee, y que fueron utilizadas por él para contactar con ese mundo espiritual. En total son seis piezas "mágicas" (imagen superior), en su mayoría rescatadas por el anticuario británico Sir Robert Cotton (1571-1631), cuya colección fue una de las que dieron forma al primitivo Museo Británico. El peculiar legado de Dee está compuesto por tres "sellos" en forma de disco grabados con extraños símbolos mágicos (dos pequeños y uno más grande), un espejo de obsidiana de origen azteca, un disco dorado y una bola de cristal.
Los tres sellos o discos recubiertos de signos ocultistas parece ser que fueron utilizados por Dee en su table of practice (mesa de prácticas) durante sus contactos con ángeles. En concreto, sobre el más grande habría apoyado la bola de cristal –o una similar– que se conserva en el Museo Británico. Como podéis ver, en el centro de este sello destaca claramente la figura de un pentagrama “atravesado” por una circunferencia, y rodeado por otros símbolos geométricos y signos mágicos.
En cuanto al disco de oro, posee un grabado en el que se representa la llamada "visión de los cuatro castillo", que según algunos escritos, Dee experimentó mientras se encontraba en Cracovia en 1584. Este fue el objeto que se unió más recientemente a la curiosa colección, pues fue adquirido por el museo en 1942.
Otro día repasaremos otras curiosas posesiones de éste y otros museos de todo el mundo.
Fotografías de los objetos mágicos: (c) British Museum