Ars Secreta
19dic/091

Estelas mágicas de Horus

Cippus

Como ya sabréis los que visitáis el blog asiduamente, hasta ahora no he prestado excesiva atención a obras de arte procedentes de la Antigüedad, con la excepción de ciertas piezas relacionadas con los cultos mistéricos, o algunas cuestiones puntuales como el tema de la psicostasis. Mi intención es ir cambiando esta tendencia, tanto en la página como en la versión impresa de la segunda parte de ARS SECRETA (paciencia, sigo metido en faena :-) ).

Como pequeño adelanto, hoy quería traeros una serie de piezas procedentes del Antiguo Egipto. En concreto se trata de algunos Cippus (un tipo de estelas) de Horus, también conocidos como Estelas de Horus sobre cocodrilos. Estas piezas escultóricas, que se hicieron populares en época tardía (especialmente a partir del siglo VI a.C.), evidencian la gran importancia que tuvieron las prácticas mágicas entre los antiguos egipcios. En este caso concreto, los cippus suelen representar a Horus Harpócrates (Horus el niño) triunfando sobre animales peligrosos, y en especial sobre cocodrilos, serpientes y escorpiones. La razón de esta iconografía reside en el hecho de que los antiguos egipcios creían que estas estelas o cippus tenían el poder de proteger y curar –llegado el caso– frente a las mordeduras y veneno de dichos animales.

Cippus de Horus. Crédito: British Museum.

Cippus de Horus. Siglos VI-III a.C. Crédito: British Museum.

A su vez, la base de esta creencia se encuentra en un antiguo mito egipcio, en el que Horus y su madre Isis son atacados por una alimaña mientras se ocultan de Seth en el delta del Nilo. Thot, el dios de la medicina, sanó las heridas de Horus y le concedió el poder de dominar a estas criaturas peligrosas. De ahí que se le represente pisando los cocodrilos y sosteniendo en sus manos serpientes y escorpiones. En la estela que podéis ver sobre estas líneas (podéis hacer click sobre ella para ampliarla), Horus aparece representado de esta forma, y sobre él se aprecia también una cabeza del dios enano Bes, una divinidad relacionada igualmente con la protección a las madres y sus niños, así como con amuletos mágicos, los cuales se utilizaban también para protegerse de picaduras de animales venenosos, y que aquí aparece como elemento protector de Horus niño.

Otro detalle curioso de esta estela es que en los jeroglíficos en blanco que rodean a Horus aparece también el dios Heka, la deificación de la magia para los egipcios (de hecho, heka era el término usado para designar a la magia). Es la figura que aparece a la izquierda de su cara (a la derecha aparece su madre Isis).

Un esquema muy similar se repite en esta otra estela, en esta ocasión conservada en el Museo de Brooklyn, Nueva York, y que datada del siglo III a.C. Además de los relieves y esculturas que ya hemos comentado en la pieza anterior, presenta varios hechizos protectores.

Cippus de Horus. Crédito: Brooklyn Museum.

Cippus de Horus. Siglo III a.C. Crédito: Brooklyn Museum.

De nuevo encontramos este tema en una talla de madera pintada de negro y de una época similar al primer ejemplo, conservada también en el British Museum. Como podréis ver, la iconografía es muy similar:

Cippus de Horus. Crédito: British Museum.

Cippus de Horus. Crédito: British Museum.

Hay un último detalle en torno a estas piezas que merece nuestra atención. Al igual que sucedía con la representación de la psicostasis en los templos cristianos medievales, parte de esta iconografía de Horus sobre los cocodrilos parece adivinarse –con variaciones– en algunas obras de arte cristiano y, concretamente, en escenas en las que Cristo o el arcángel San Miguel derrotan a Satanás, representado bajo la forma de la serpiente o el dragón. Evidentemente, en los casos cristianos la representación no tiene nada que ver con la magia, sino que únicamente se tomó un símbolo ya existente y se transformó su mensaje (algo que vimos también en el caso del zodíaco de Cristo, por ejemplo). En este caso ya no son cocodrilos los que están bajo los pies del dios, sino un dragón, un demonio o una serpiente, y se representa la victoria de Cristo sobre el diablo. Os dejo tres ejemplos elegidos al azar. Seguro que conocéis muchos más…

Descenso de Cristo al Infierno. Duccio di Buonisegna. 1308-11. Museo dell'Opera del Duomo, Siena.

Descenso de Cristo al Infierno. Duccio di Buoninsegna. 1308-11. Museo dell'Opera del Duomo, Siena.

San Miguel y el Dragón. 1505. Rafael Sanzio. Museo del Louvre.

San Miguel y el Dragón. 1505. Rafael Sanzio. Museo del Louvre.

Madonna de los Palafreneros. 1605-06. Caravaggio. Galería Borghese.

Madonna de los Palafreneros. 1605-06. Caravaggio. Galería Borghese.

BIBLIOGRAFÍA:
PINCH, Geraldine. Magic in Ancient Egypt.
British Museum Press. London, 1994.

Entradas relacionadas:

-El temible juicio de la balanza

-Los misterios de Sabazios

-El zodíaco de Cristo

26mar/096

Masones en la catedral

baja

Tal y como señalan los historiadores, los orígenes directos de la actual masonería especulativa se remontan a los antiguos constructores de catedrales. Aquellos canteros, albañiles y maestros de obras, con sus ritos y logias, darían lugar, siglos más tarde, a la masonería que conocemos hoy en día. Aunque llevo mucho tiempo sin actualizar (un mes entero), por culpa del exceso de trabajo y varios proyectos en los que estoy metido, quería dejaros una pequeña pieza para no dejar esto demasiado abandonado.

La imagen que acompaña a esta entrada corresponde a un relieve sobre mármol, obra del célebre arquitecto y escultor italiano Andrea Pisano, que representa una alegoría de la Arquitectura, realizada para decorar el campanario de la catedral de Florencia, y que hoy se conserva en el museo de dicha catedral. En la imagen se puede distinguir las dos figuras de sendos albañiles medievales, conocidos como tailleurs de pierre (talladores de piedra) o maçons. Ambos trabajan en el levantamiento de un muro, bajo la atenta mirada y dirección de un maestro de obras, que aparece en el centro y con un tamaño mayor.

En otras ocasiones ya he hablado aquí de la gran importancia que jugaron estos obreros cualificados, y como especialmente los maestros de obras y arquitectos poseían un conocimiento notable en distintas disciplinas, algunas de las cuáles podríamos definir de "esotéricas".

9feb/075

Los misterios de Eleusis

demeter.jpg

Cuando estuve en Grecia el año pasado, mi agenda de viaje tenía marcada -entre otros muchos lugares- una visita ineludible: el Museo Arqueológico de Atenas. El edificio -cuya visita recomiendo encarecidamente- alberga una cantidad enorme de piezas de gran interés. Sin embargo yo estaba especialmente interesado en dos de ellas. Hoy he pensado escribir una entrada sobre una de las dos (la otra no guarda relación con este blog).

Se trata de un relieve escultórico del siglo V a.C. Sobre la piedra tallada aparecen representadas tres figuras. Las dos femeninas se identifican con Deméter (diosa de la agricultura) y su hija Perséfone, mientras que la que se encuentra en el medio corresponde a un joven llamado Triptolemo. Aparentemente la escena no posee nada excepcional -excepto por su calidad artística-, y a primera vista parece otra escena mitológica más, de las muchas que se encuentran en el museo. Sin embargo, el relieve nos está mostrando, nada más y nada menos, una iniciación relacionada con los Misterios de Eleusis.

Dichos Misterios consistían en unos rituales de iniciación vinculados a las diosas Deméter y Perséfone, y que se realizaban en la ciudad de Eleusis (actual Elefsina), a unos 20 kilómetros de Atenas. Antes de profundizar un poco en ellos, es necesario que repasemos, aunque sea brevemente, la historia de estas dos diosas.

Mientras juega con otras jóvenes, Perséfone es secuestrada por Hades, dios del inframundo, quien la obliga a convertirse en su esposa. Cuando Deméter descubre que que su hija ha desaparecido, comienza a buscarla desesperadamente. El Sol, que había presenciado el secuestro, informa de lo ocurrido a la diosa. Cuando descubre lo sucedido, Deméter, decide dejar el Olimpo y se traslada a Eleusis, haciéndose pasar por una anciana.

Allí comienza a trabajar como nodriza en casa de Céleo, cuidando a su hijo Demofonte. La diosa decide convertir al niño en dios, y para ello le alimenta con néctar y ambrosía, y lo pasa por encima del carbón encendido para eliminar su parte mortal. Pero su madre le espía y al ver que mete al niño en el fuego, grita, angustiada. Deméter deja al niño y renuncia a convertirlo en dios. Muestra su auténtica naturaleza divina y pide a los humanos que le erijan un templo. Una vez construido, Deméter se refugia en él, irritada, y la vegetación deja de crecer, rompiéndose así el orden de las cosas. Los hombres mueren de hambre y los dioses no reciben ofrendas.

Zeus, cansado de la situación, pide a Hades que devuelva a Perséfone. El dios del inframundo acepta, pero antes engaña a la joven dándole a comer granos de granada, por lo que se verá obligada a pasar parte del año con su madre, y el resto con su marido, Hades. Por este motivo, año tras año, cuando Perséfone regresa, Deméter vuelve a cubrir la tierra de flores y frutos. Resuelta la disputa, Deméter instaura los Misterios –convirtiendo a Triptolemo, hermano de Demofonte, en uno de los primeros iniciados– y regresa al Olimpo. (Relato resumido de la información publicada en esta web).

El relieve conservado en el Museo Arqueológico de Atenas representa, en recuerdo de la historia que acabo de relatar, la iniciación de Triptolemo a los Misterios.

En la actualidad, es poco lo que saben los historiadores sobre lo que ocurría durante los ritos internos de Eleusis. Los iniciados se debían a un solemne juramento de secreto, por lo que la información que se posee está relacionada en su mayoría con la parte externa de los Misterios.

Éstos se celebraban en dos ocasiones anuales: los Misterios Menores y Misterios Mayores. Los primeros tenían lugar en torno al mes de marzo (anthesterion) y los mayores en el mes de septiembre (boedromion), prolongándose durante nueve días. En ambos casos el culto se iniciaba con una peregrinación que partía desde el kerameikos (el cementerio de Atenas) hasta el santuario de Eleusis. Durante el viaje los participantes pasaban por enclaves significativos para la celebración, que estaban provistos de un profundo significado.

placaeleusis.jpg

Los ritos más importantes eran los que se celebraban durante los Misterios Mayores. Éstos comenzaban el día 14 de septiembre con la peregrinación desde Atenas. Dos días después los participantes se bañaban en la bahía de Eleusis. Al día siguiente se realizaban los sacrificios y se ayunaba, al tiempo que tenían lugar juegos en honor de las divinidades. Después, el día 20, y en una ceremonia con menor afluencia –solo asistían aquellos que iban a ser iniciados– tenían lugar unas reuniones secretas, celebradas en el Telesterion, el gran templo de Eleusis. En ellas se cree que se suministraba ciertas sustancias psicotrópicas a los participantes, lo que les provocaba un estado alterado de conciencia, experimentando así vivencias místicas.

Algunos historiadores han sugerido recientemente que el kykeon, la sustancia que ingerían los iniciados, podía ser el hongo del cornezuelo, que puede estar presente en los cereales, y que tiene efectos psicoactivos. Fuera de esta forma, o mediante revelaciones de los epóptai ("los hombres que han visto"), sacerdotes de mayor rango en los Misterios, lo cierto es que aquellos que se iniciaban vivían una experiencia impactante, que les dejaba profundamente marcados.

También se ha teorizado mucho sobre el contenido de las revelaciones recibidas durante la iniciación. Sin embargo, y como consecuencia del secreto impuesto a los iniciados y a la poca concreción de los escasos relatos existentes, es poco lo que se sabe con seguridad. De cualquier forma, muchos estudiosos coinciden en que los secretos revelados durante los Misterios de Eleusis estaban relacionados con la existencia de una vida futura después de la muerte.

Os animo a que busqueis más información sobre el tema, puesto que lo publicado aquí es una aproximación muy breve e incompleta. Además de lo que podáis encontrar por la red, os recomiendo el libro Eleusis, de Karl Kereny, publicado en España por la editorial Siruela.