Ars Secreta
9ene/0916

El secreto del dios Mitra

Interior San Clemente

Cada año, millones de turistas “armados” con cámaras toman las calles de Roma con el objeto de visitar los rincones más característicos de la ciudad: el Coliseo, la ciudad del Vaticano, las distintas piazzas, el Panteón, el Foro Romano… Sin embargo, a menudo otros enclaves de la urbe pasan desapercibidos a ojos del turista medio, a pesar de que cuentan con un interés histórico, artístico y religioso igual o mayor que el de los lugares más populares. Ese es el caso de la basílica de San Clemente, un templo del siglo XII situado a escasa distancia del célebre Coliseo y que por desgracia suele quedar eclipsado por éste. No obstante, algunos visitantes llegan hasta allí atraídos por los bellos mosaicos que representan escenas de la vida del pontífice que da nombre al templo. Pero curiosamente, algunos de los elementos más destacados de este enclave no son visibles a primera vista, sino que se encuentran “escondidos” en el subsuelo del mismo.

En 1857, el dominico irlandés Joseph Mullooly –en aquellas fechas prior de San Clemente–, decidió iniciar unas excavaciones para sacar a la luz el antiguo templo de época paleocristiana que, gracias a diversas fuentes históricas, se sabía descansaba bajo los cimientos de la actual basílica. El padre Mullooly logró su objetivo, pero además hizo otros hallazgos que nadie esperaba. Además de los restos del templo paleocristiano del siglo IV, los trabajos detectaron otros dos niveles inferiores, uno correspondiente a casas romanas destruidas durante el incendio de Nerón y otro, más importante, correspondiente al siglo II. En este estrato intermedio, aparecieron una mansión donde al parecer se celebraron reuniones de cristianos primitivos (conocida como Titulus Clemens) y también un bloque de “apartamentos”, en el que aguardaba una sorpresa aún mayor: un spelaeum o santuario dedicado al dios Mitra, en el que los miembros de este culto mistérico celebraban sus ceremonias secretas y sus ritos iniciáticos.

MITRA, EL DIOS DE LA LUZ
De los variados cultos mistéricos que florecieron en época grecorromana (como los de Eleusis, Dionisios, la Magna Mater o Isis), el más singular y misterioso de todos ellos fue, sin duda alguna, el mitraísmo. Las llamadas “religiones de Misterios” se caracterizaban por ser cultos de carácter esotérico e iniciático, en los que se celebraban ritos secretos cuyas enseñanzas sólo podían ser aprendidas por los iniciados. Actualmente, la mayoría de los estudiosos tienden a creer que los secretos que descubrían quienes habían sido iniciados en los Misterios guardaban relación con la revelación de la supervivencia del alma tras la muerte, una salvación que se obtenía mediante la participación y la iniciación en los propios Misterios. Por desgracia, los detalles concretos sobre los rituales, iniciaciones y doctrinas de estos cultos son en la mayoría de los casos muy escasos, en gran medida a causa del carácter esotérico y secreto de dichas prácticas. En el caso del mitraísmo, esta ausencia de información es mucho más acusada, pues los especialistas únicamente cuentan con referencias difusas y poco fiables recogidas en muchos casos por autores cristianos que atacaban sin piedad las creencias y prácticas mitraicas, que se iniciaron en torno al siglo I a.C. y tuvieron su mayor apogeo a finales del siglo II y comienzos del III, para desaparecer por completo en las postrimerías del siglo IV.

Por este motivo, los historiadores de las religiones cuentan únicamente con la iconografía reflejada en las obras de arte encontradas en algunos mitreos para intentar desvelar el contenido religioso y las doctrinas del mitraísmo. Para complicar aún más el asunto, se da la circunstancia de que el primer estudio serio sobre el culto a Mitra no apareció hasta una fecha tan reciente como 1913, cuando el erudito belga Franz Cumont publicó Los Misterios de Mitra, cuyas conclusiones estuvieron vigentes durante buena parte del siglo XX. Pese a las dificultades, gracias a los distintos estudios realizados desde el trabajo de Cumont, los investigadores han logrado reconstruir, con cierta fiabilidad, el relato mitológico asociado a Mitra, y con él las posibles ceremonias realizadas en estos santuarios.

Altar con escena de la tauroctonía, conservado en el mitreum de San Clemente.

Altar con escena de la tauroctonía, conservado en el mitreum de San Clemente.

Según dicha mitología, Mitra –representado como un joven tocado con un gorro frigio y provisto de un puñal– había nacido de una roca, tal y como representan numerosos relieves, como el conservado en uno de los nichos del mitreo de San Clemente. Siguiendo órdenes del dios Apolo enviadas por un cuervo (uno de los animales que aparece representado siempre junto a nuestro protagonista), Mitra recibió el encargo de encontrar y sacrificar a un toro que poseía el don de la fertilidad y la vida.

Cuando finalmente lo localiza, Mitra consigue dar muerte al animal, derramando su sangre vivificadora sobre la Tierra, llenándolo todo de vida. Al olor de la sangre, otros animales acuden al encuentro de la bestia moribunda: un perro, una serpiente y un escorpión (este último suele ser representado agarrando con sus pinzas los testículos del toro, un claro símbolo de potencia fertilizadora), que estarían simbolizando, según algunas interpretaciones, la entrada del mal en el mundo.

Esta escena de la muerte del toro, conocida como tauroctonía, aparece una y otra vez en todos los mitreos hallados hasta la fecha. Tras el sacrificio, Apolo se unió a Mitra para celebrar la victoria, festejándola mediante un banquete. Este punto del relato parece ser uno de los momentos importantes de los cultos mitraicos, pues en los santuarios –como es el caso del triclinium de San Clemente– suelen encontrarse bancos corridos de piedra a ambos lados del altar, que al parecer eran ocupados por los iniciados durante la celebración de un banquete ritual. Después de la celebración, las escenas de las piezas de arte mitraico representan a Mitra subiendo a un carro con Apolo, siendo transportado directamente a los cielos.

Vista interior del mitreo de San Clemente (Roma).

Vista interior del mitreo de San Clemente (Roma).

Junto a este carácter fertilizador de Mitra, los especialistas coinciden en señalar que estos Misterios tuvieron un fuerte simbolismo cósmico. Esto es especialmente detectable en la forma y disposición de los propios mitreos, siempre recintos en forma de caverna subterránea, con techos abovedados, que aluden sin duda al Cosmos. Este mensaje está remarcado en muchos mitreos, como ocurre en San Clemente, pues la bóveda aparece decorada con estrellas –hoy muy difuminadas– que representan el firmamento. En otros casos, los astros aparecen plasmados en la túnica del propio Mitra. En el recinto descubierto bajo la basílica romana hay también otros detalles que refuerzan aún más este sentido cósmico: encontramos once aberturas en el techo que representarían a las siete esferas de los planetas de la cosmología platónica, además de las cuatro estaciones. Por otra parte, muchos relieves mitraicos muestran, además de la habitual tauroctonía, la representación de dos figuras masculinas que portan antorchas: Cautes y Cautopates. El primero sostiene la antorcha apuntando hacia arriba, simbolizando el “ascenso” del sol que se inicia con el solsticio de invierno, mientras que el segundo señala con su antorcha hacia abajo, representando el solsticio de verano y el comienzo del “declive” del sol, con el que Mitra –dios de luz– se identificaba. En otras ocasiones, Cautes y Cautopates van acompañados de un toro y un escorpión respectivamente, representando entonces las fechas de los equinoccios. A todos estos detalles hay que sumar que otras representaciones mitraicas incluyen también representaciones del sol y la luna, además de los doce signos del zodíaco.

cautesycautopates

Cautes y Cautopates

En función de estas escenas y siguiendo la historia mitológica reconstruida gracias a la iconografía, los investigadores concluyeron que Mitra era considerado el dios responsable del movimiento de las estrellas, además de ser el Creador (algunas inscripciones aluden a él como “Padre Creador”) y que su hazaña del sacrificio del toro permitió la armonía, regeneración y revitalización del Cosmos, como parece demostrar una frase descubierta en otro mitreo, el de Santa Prisca: “Y él nos salvó mediante el riego de la sangre eterna”.

UN MAPA ESTELAR
Durante décadas, esa ha sido la interpretación defendida por la mayoría de lo historiadores. Sin embargo, en las últimas décadas del siglo pasado, varios profesores universitarios plantearon una hipótesis fascinante. En 1989 uno de ellos, el orientalista David Ulansey, publicaba un artículo en la revista Scientific American, en el que defendía que las representaciones de la tauroctonía, como la que puede contemplarse en San Clemente, eran en realidad un “mapa estelar” en toda regla.

Según Ulansey, el sacrificio del toro no representa un episodio puramente mitológico, sino un fenómeno astronómico cuya existencia se descubrió, precisamente, coincidiendo con la aparición del culto mistérico de Mitra: la precesión de los equinoccios. En la Antigüedad, se creía que la Tierra era el centro del Universo y que la llamada “esfera de las estrellas fijas” giraba en torno a ella, aunque se consideraba que su eje estaba fijo. La precesión de los equinoccios consiste en que el eje de rotación terrestre sufre una especie de “bamboleo” (similar al de una peonza), lo que motiva que el ecuador celeste se bambolee también, provocando un alteración de la posición relativa del ecuador y la eclíptica (la línea imaginaria que recorre el sol durante un año respecto del fondo de “estrellas fijas”). Por este motivo, la posición de nuestra estrella se “retrasa” a lo largo de la eclíptica, de modo que cada año, el equinoccio se produce un poco antes. Se trata de un proceso muy lento, que tarde en completarse algo más de 25.000 años, pero que cambia irremediablemente el aspecto del firmamento. Así, según Ulansey, aunque en la actualidad durante el equinoccio de primavera el sol se encuentra en la constelación de Piscis, en época romana estaba en Aries y, en torno al 2000 a.C., se encontraba en Tauro. Y ahí, según el estudioso estadounidense, está la clave de la tauroctonía representada en San Clemente y, por consiguiente, el secreto de los Misterios de Mitra.

Aproximadamente hacia el 125 a.C., Hiparco de Nicea descubrió la precesión de los equinoccios. Vio que la esfera de las “estrellas fijas” se “bamboleaba” y determinó que algo o “alguien” era el culpable. En opinión de Ulansey y los defensores de esta hipótesis, Mitra sería dicha fuerza: un nuevo dios tan poderoso que era capaz de “mover” el universo. Pero, ¿en qué se apoya exactamente Ulansey para defender la “teoría estelar”? Si nos fijamos en las imágenes de la tauroctonía con los datos ofrecidos por Ulansey, los animales y los objetos allí representados adquieren otra lectura: el toro, el perro, la serpiente, el escorpión, el cuervo,  el propio Mitra e incluso una copa y el león que también aparecen en ocasiones sería representaciones de las constelaciones de Tauro, Canis Minor, Hidra, Escorpio, Corvus, Perseo, Crater y Leo.

Excepto esta última, todas estas constelaciones se hallaban en el ecuador celeste cuando el sol se encontraba en Tauro durante el equinoccio de primavera, en torno al 2.000 a.C. De este modo, según Ulansey, la tauroctonía significaba “el fin del reino del toro (Tauro) como la constelación del equinoccio de primavera y el comienzo de una nueva era. Las otras figuras de la tauroctonía representan todas las constelaciones cuya especial posición en el cielo también terminó por la fuerza de la precesión. Matando al toro, Mitra estaba moviendo todo el Universo. Más aún, aquel poder permitía vencer las fuerzas del destino residente en las estrellas y garantizar al alma un paso seguro a través de las esferas planetarias después de la muerte”.

Fresco con tauroctonía. El interior de la capa del dios está decorado con estrellas.

Fresco con tauroctonía. El interior de la capa del dios está decorado con estrellas.

Aunque algunos autores, como el experto Walter Burkert, no ven clara esta interpretación, la hipótesis “estelar” cuenta con otras evidencias notables que la apoyan. De hecho, los estudiosos saben perfectamente que la astrología jugaba un papel importante en muchos iniciados en el mitraísmo. Así se desprende, por ejemplo, de varias inscripciones encontradas en distintos mitreos. En una de ellas un iniciado es recordado como studiosus astrologiae (estudioso de la astrología), mientras que en otra, un Pater (el grado más alto dentro de los Misterios mitráicos, ver anexo al final) llamado Nonius Olympius es descrito como “devoto del cielo y de las estrellas”.

En definitiva, lo más probable es que las distintas lecturas iconográficas de las obras mitraicas sean a un mismo tiempo correctas y complementarias, tal y como señala la historiadora italiana Luisa Musso: “Un intento por leer la tauroctonía revela una imagen con muchos significados, que puede ser entendida a distintos niveles. Desde la fase esencialmente esotérica, uno pasa a una interpretación en términos cósmicos (Mitra creador del Universo), y finalmente llega al nivel de exégesis astrológica, que es casi una nota al pie de página para eruditos”.

De una forma u otra, y mientras avanzan las investigaciones, lo único seguro es que este misterioso culto desapareció a finales del siglo IV, víctima de sus propias características y del creciente poder de su gran enemigo: el cristianismo. El éxito de los seguidores de Cristo terminó por sepultar –en el caso del mitreo de San Clemente de forma literal– a los Misterios de Mitra, cuyos secretos continúan hoy lejos de ser desvelados por completo.

ANEXO
LOS 7 GRADOS DEL MITRAÍSMO
Al igual que en el resto de cultos mistéricos, en los Misterios de Mitra se accedía únicamente después de la participación en rituales de iniciación. Sin embargo, en el caso de los seguidores de Mitra se daba la circunstancia de que existían siete grados distintos, creando una compleja jerarquía no existente en otros Misterios. Los fieles de este dios –mayoritariamente legionarios, comerciantes y burócratas romanos– se sometían a distintos ritos iniciáticos (cuyo contenido es poco conocido, por su carácter secreto) para acceder a cada uno de los grados: Corax (Cuervo), Nymphus (esposo o novio), Miles (soldado), Leo (león), Perses (Persa), Heliodromus (emisario del sol) y, finalmente, Pater (el padre).

Bibliografía:

* BOYLE, Leonard. A short guide to St. Clement's, Rome. Ed. Collegio San Clemente. (Roma, 1989).

* ALVAR, Jaime. Los misterios. Religiones "orientales" en el Imperio Romano. Ed Crítica. (Barcelona, 2001)

* BURKERT, Walter. Cultos mistéricos antiguos. Ed. Trotta. (Madrid, 2005).

* ULANSEY, David. The origins of the mithraic mysteries. Oxford University Press. (Nueva York, 1989)

* VV. AA. Cristianismo primitivo y religiones mistéricas. Ed. Cátedra. (Madrid, 2007)

* Mitraísmo (Wikipedia).

Enlaces relacionados:

-Los misterios de Eleusis

-La Villa de los Misterios de Pompeya

-El zodiaco de Cristo

6oct/085

El laboratorio del alquimista (VI)

Llevaba mucho tiempo queriendo hablaros de BibliOdyssey, un magnífico blog elaborado desde Australia por Peacay, pero por una cosa u otra siempre lo fui posponiendo. Así que hoy, aprovechando que su última actualización está directamente relacionada con los temas que tocamos en ARS SECRETA, he pensado que la ocasión era inmejorable.

El autor de BibliOdyssey ha creado una auténtica delicia para los sentidos. Es uno de esos blogs que no pueden faltar en nuestros favoritos, y que se gana a pulso, con cada post, un puesto entre mis "imprescindibles". La web está dedicada a recoger, siempre en alta resolución, material (generalmente grabados y dibujos) antiguo relacionado con distintas temáticas: desde botánica, pasando por la Historia, la cartografía o, y este es el caso que más nos interesa aquí, magia, astrología y/o alquimia. Generalmente, todo el material procede de universidades, bibliotecas e instituciones similares, que han ido digitalizando algunas de sus joyas, y Peacay se toma la molestia de recopilarlo y comentarlo con muy buen criterio.

Como os decía, su última actualización está relacionada con la temática de ARS SECRETA, pues lleva el título de "Laboratorios de alquimia". Aprovechando la serie que llevo realizando aquí sobre ese tema, os acerco algunas de las imágenes que recopila Peacay en su post.

La primera de las imágenes es –junto con el material del hermosísimo y enigmático Atalanta Fugiens– uno de mis grabados alquímicos favoritos. Se trata de una lámina del Amphitheatrum Sapientiae Aeternae (1595), de Heinrich Khunrath. Podéis verlo justo aquí arriba (click para ampliar). Os adjunto la información que incluye BibliOdyssey sobre el mismo (tomada del Departamento de Colecciones Especiales de la Universidad de Wisconsin):

"Un clásico alquímico, el trabajo más conocido de Heinrich Khunrath. El trabajo está imbuido con una extraña combinación de Cristianismo y magia, ilustrado con elaboradas planchas grabadas y decoradas con plata y oro, coloreadas a mano. La tensión entre espiritualidad y experimento, y el rico simbolismo de los escritos de Khunrath y sus grabados le valieron la condenación del libro por parte de la Sorbona en 1625, y ahora atrae la atención de los estudiosos".

La segunda imagen que he seleccionado del post de BibliOdyssey es Distillatio (Destilación), grabado del artista Jan van der Straet (de quien ya hablamos aquí al referirnos a otra de sus obras), que forma parte de su serie Nova Reperta, realizada en la década de 1580. La podéis ver justo sobre estas líneas.

Un último ejemplo (en el post que os cito podéis encontrar muchas más imágenes). Se trata de la portada del Segundo libro de destilaciones, que contiene excelentes remedios secretos de Aguas Destiladas (The second Booke of Distillations, containing Sundrie excellent Secret remedies of Distilled Waters).

Como os digo, el blog de BibliOdyssey merece una visita atenta y sosegada. Buena parte de su material no tiene nada que ver con la magia y el esoterismo en el arte, pero es igualmente hermoso e interesante. Hacedme caso: añadirlo a vuestros favoritos y no os arrepentiréis. Espero que os guste tanto como a mí.

Más información:

-Alchemy Laboratories, BibliOdyssey.

Entradas relacionadas:

-El laboratorio del alquimista (1, 2, 3, 4 y 5).

25abr/085

La magia de Sir John Dee, en el Museo Británico

Retrato de John DeeJohn Dee (1527-1609) fue una de las mentes más brillantes de su tiempo. Consumado astrónomo, matemático y geógrafo, mostró también un interés inusitado –como otros pensadores de su época- por disciplinas heterodoxas, como la astrología, la magia o la alquimia. Por otra parte, su erudición en el arte de navegar lo convirtió en asesor y consultor de buena parte de los mayores representantes de la armada británica. Y, además, formó parte durante algún tiempo de la corte de la reina Isabel I de Inglaterra, convirtiéndose en su astrólogo personal.

En ARS SECRETA, como es lógico, nos interesa especialmente su faceta como mago, alquimista y ocultista. A partir de cierto momento de su vida –especialmente tras conocer a un oscuro personaje, Edward Kelly–, Dee se mostró especialmente interesado en hallar una forma de contactar con los ángeles. Los escritos de Dee dan a entender que estaba convencido de haber logrado dicho contacto, y reflejo en sus textos estas conversaciones con entidades espirituales, dejando constancia del llamado "lenguaje enoquiano" (de los ángeles), que le había sido revelado.

Os cuento todo esto porque, aunque pueda parecer sorprendente, el Museo Británico conserva en su colección varias piezas que pertenecieron a John Dee, y que fueron utilizadas por él para contactar con ese mundo espiritual. En total son seis piezas "mágicas" (imagen superior), en su mayoría rescatadas por el anticuario británico Sir Robert Cotton (1571-1631), cuya colección fue una de las que dieron forma al primitivo Museo Británico. El peculiar legado de Dee está compuesto por tres "sellos" en forma de disco grabados con extraños símbolos mágicos (dos pequeños y uno más grande), un espejo de obsidiana de origen azteca, un disco dorado y una bola de cristal.

Los tres sellos o discos recubiertos de signos ocultistas parece ser que fueron utilizados por Dee en su table of practice (mesa de prácticas) durante sus contactos con ángeles. En concreto, sobre el más grande habría apoyado la bola de cristal –o una similar– que se conserva en el Museo Británico. Como podéis ver, en el centro de este sello destaca claramente la figura de un pentagrama “atravesado” por una circunferencia, y rodeado por otros símbolos geométricos y signos mágicos.

En cuanto al disco de oro, posee un grabado en el que se representa la llamada "visión de los cuatro castillo", que según algunos escritos, Dee experimentó mientras se encontraba en Cracovia en 1584. Este fue el objeto que se unió más recientemente a la curiosa colección, pues fue adquirido por el museo en 1942.

Otro día repasaremos otras curiosas posesiones de éste y otros museos de todo el mundo.

Fotografías de los objetos mágicos: (c) British Museum

10mar/084

La magia realista de Michael Parkes

Sigo muy liado (para variar), pero me gustaría compartir con todos vosotros un maravilloso descubrimiento: la obra del artista estadounidense Michael Parkes. He de reconocer que no había oído hablar de él, y mientras visitaba hoy el magnífico blog Uno de los nuestros (os recomiendo mucho que lo agreguéis a vuestros favoritos) me he quedado gratamente sorprendido.

La razón de que haya decidido citarlo aquí es que, tal y como señala Enkil en su post, su obra está influida por sus creencias y estudios de doctrinas esotéricas:

Parkes estudió las doctrinas esotéricas de Oriente y Occidente, y sus imágenes son extraídas de una serie de conocimientos, entre ellos el cabalistico y el tántrico pero plasmados en la forma de su propia imaginación, que son inmediatamente accesibles. Así el encuentro entre bestias y extrañas mujeres aladas, el bien y el mal en lucha con sus inmemoriables conflictos, aunque ¿quien puede estar seguro de cual es cual?. Las pinturas de Parkes tienen algo de tragedia griega, mucho de magia y misticismo, de sensualidad y fantasía. Una búsqueda constante de la belleza a través de sus diosas y de sus sueños.

Michael Parkes

Espero que os guste tanto como a mí. :-)

En el blog de Enkil encontraréis más imágenes (el enlace está justo debajo), y también en la web del propio artista).

Fuente: Michael Parkes - Realismo mágico

10ene/0812

La capilla “masónica” de Mosén Rubí

thummosen.jpg La jornada del 17 de febrero de 1592 fue especialmente fría en la capital abulense. Aquella tarde, Don Diego de Bracamonte, señor de Fuente del Sol y uno de los nobles más importantes de la ciudad, fue ejecutado públicamente –degollado y no ahorcado, en deferencia a su condición– en la Plaza del Mercado Chico. Mientras el verdugo completaba la sentencia, otros nobles de la ciudad permanecían escondidos en sus casas, temerosos de que la autoridad llamara a su puerta. ¿Qué crimen había cometido Bracamonte? Todo parece indicar que fue el cabecilla de una revuelta contra la política recaudatoria de Felipe II y principal responsable de que la ciudad hubiera amanecido sembrada de pasquines críticos con el monarca, a quien también se reprochaba que la nobleza hubiera quedado excluida del gobierno. Tras la ejecución, los compañeros «conspiradores» de Bracamonte salieron de sus hogares y recogieron su cadáver. El cuerpo fue trasladado a la capilla de Mosén Rubí, también conocida como de La Anunciación, que se encontraba bajo patronazgo del fallecido. Al día siguiente sus restos fueron llevados hasta la iglesia de San Francisco.

Desde el siglo XIX, varios autores –entre ellos algunos estudiosos y miembros de la masonería– han asegurado que la capilla de Mosén Rubí es un recinto plagado de referencias esotéricas vinculadas a una logia masónica, a la que habría pertenecido Diego de Bracamonte. La importancia de esta afirmación reside en que, de ser cierta, demostraría la presencia de masones operativos en España en el siglo XVI, dos siglos antes del surgimiento de la llamada masonería especulativa en Inglaterra.

En 1873, el historiador Juan Martín Carramolino señalaba en su obra Historia de Ávila, su provincia y su obispado: «Más de un extranjero y algún estudioso español han querido hallar alguna significación misteriosa en esta notable fundación…» Sólo un año después, en 1874, Vicente de la Fuente recogía el testigo en su obra Historia de las Sociedades Secretas… y se preguntaba si, además del misterio que envolvía a la capilla, los pasquines contra Felipe II «repartidos» por Diego de Bracamonte tenían su origen en una hipotética logia masónica de Ávila con oscuros intereses conspiradores.

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¿SIMBOLISMO ESOTÉRICO?
Antes de conocer la historia de la capilla, ubicada dentro de las murallas de Ávila, junto a las plazas de Mosén Rubí y Fuente del Sol, veamos cuáles son esos supuestos elementos masónicos del edificio. Según los autores que se han referido a esta cuestión, encontraríamos los siguientes: la forma de la propia planta del recinto, que recordaría los templos masónicos del rito escocés; la abundante presencia –en vidrieras, muros exteriores e interior– de los símbolos del mallete y la escuadra; un púlpito, hoy desaparecido, que tenía forma pentagonal; un relieve en la sillería del coro, en el que se aprecia una esfera atravesada por un puñal, identificado como símbolo del grado de caballero Kadosh (grado 30) de la masonería; un relieve escultórico en la entrada al Hospital adjunto, en el que se ve a Dios Padre enmarcado por un triángulo, que sería una representación del ojo del Gran Arquitecto del Universo o «delta masónico»; las columnas que enmarcan la entrada a la capilla, que serían un «reflejo» de las columnas masónicas de Jakin y Boaz y, finalmente, el sepulcro de los patrocinadores de la capilla –según estos autores el propio Mosén Rubí y su esposa–, en el que la escultura masculina aparece sacando la espada con su mano izquierda en dirección hacia el hombro de ese lado, una supuesta alegoría del ya citado grado Kadosh.

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Para reforzar el lado oculto y misterioso de la capilla de Mosén Rubí, estos autores señalan otra curiosa circunstancia: en 1530, el Santo Oficio habría prohibido la finalización de las obras, y el obispo de Toledo –encargado de consagrar cualquier templo de Castilla– jamás puso un pie en la construcción.

ORÍGENES DE UN LINAJE
Diego de Bracamonte, el noble ajusticiado por rebelarse ante Felipe II, fue el patrón de la capilla hasta su muerte. Después fue su hijo, Mosén Rubí de Bracamonte, quien concluyó las obras. En recuerdo a su memoria, hoy el edificio es conocido popularmente con su nombre, aunque en realidad su designación oficial sea la de Capilla de la Anunciación. Precisamente, en torno al nombre de este miembro del linaje Bracamente ha habido una gran confusión, pues la mayoría de los autores que sugieren la teoría masónica suelen identificar erróneamente al hijo de Diego de Bracamonte con el fundador del linaje, el francés Robert de Braquemont.

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Este primer Mosén Rubí, patriarca de los Bracamonte, fue un almirante francés que, en el siglo XIV, luchó valerosamente junto a Enrique II de Castilla. En agradecimiento por los servicios prestados, Braquemont recibió importantes privilegios. Establecido en tierras castellanas, el almirante se casó con Doña Inés de Mendoza, hija del mayordomo del rey Pedro el Cruel, obteniendo así los señoríos de Hita y Buitrago. Más tarde se casó de nuevo, en esta ocasión con Doña Leonor Álvarez de Toledo, vinculada a la casa de Alba. A partir de entonces, los Bracamonte fuero acumulando títulos y poder.

Algunos autores han sugerido la existencia de «puntos oscuros» en el árbol genealógico de los Bracamonte. Interrogantes vinculados siempre a episodios históricos importantes, a un supuesto origen judío del linaje y a la pertenencia de algunos Bracamente a la Orden de Calatrava. Para estos estudiosos, las peculiares características de la familia tienen su culmen en Diego de Bracamonte.

UNA SIMPLE CAPILLA CIVIL
A pesar de lo sugerente de esta «intrahistoria», lo cierto es que poco de lo dicho sobre la «trama masónica» se ajusta a la verdad. En primer lugar, la existencia de la capilla se debe a la señora Aldonza de Guzmán quien, en el siglo XV, puso en marcha la construcción, y no a los Bracamonte. A la muerte de ésta, fue su sobrina, Doña María Herrera, quien tomó el relevo de la fundación en 1512. Herrera era viuda de Andrés Vázquez Dávila, tío de Diego de Bracamonte, y tras el fallecimiento de la dama, y puesto que no tenía descendencia, Don Diego recibió el encargo de completar la obra, «e después de sus días a Mosén Rubí de Bracamonte, su hijo legítimo e de la Señora Doña Isabel de Saavedra».

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Uno de los argumentos más repetido ha sido la supuesta prohibición del Santo Oficio de continuar con la construcción (a causa de las sospechas despertadas por el recinto). Además, se ha dicho que el obispo de Toledo no acudió a benbecir el templo, como era preceptivo. Nada de esto parece tener base. La capilla no fue consagrada porque es un recinto «de patronato laico por fundación y donación», tal y como explicó el obispo de Ávila Lorenzo de Otaduy Avendaño en un texto de 1601. Se trata, por lo tanto, de un edificio ajeno a la Iglesia, aunque tenga carácter cristiano. En cuanto a la supuesta condena inquisitorial, es probable que las obras se interrumpieran durante un tiempo, pero si fue así las razones debieron ser otras. Un vistazo a la Sección Nobleza del Archivo Histórico Nacional, en el apartado de Patronato de Obras Pías, permite despejar cualquier duda. Bajo el título de Diversos documentos pontificios y reales concediendo licencias a los patronos del Hospital y Capilla de la Anunciación de Ávila, encontramos jugosos documentos, como una Bula del papa Clemente VII confirmando el patronato de Diego de Bracamonte (1532) o una «carta solemne» de Pío V autorizando a modificar las horas de maitines (1566). Es indudable que, de ser cierta la prohibición inquisitorial, los pontífices mencionados no habrían otorgado tales privilegios.

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Otro de los «elementos masónicos» señalados por los investigadores es el sarcófago de Mosén Rubí y su esposa, con ese supuesto gesto interpretado como un símbolo de caballero Kadosh. Este sepulcro muestra efectivamente a los fundadores pero, al contrario de lo que se ha repetido, quienes aparecen representados en él no son Mosén Rubí y su mujer, sino Doña María Herrera y su esposo Andrés Vázquez Dávila, como se explica en el propio sepulcro. En cuanto al signo de caballero Kadosh, también esta apreciación es falsa pues ese grado, tal y como aclara el historiador de la masonería José Antonio Ferrer Benimeli, no existía en la fecha de edificación de la capilla, y no lo hizo hasta dos siglos después, cuando Federico II de Prusia lo instituyó. Este detalle serviría también para descartar la presencia de ese mismo símbolo en el relieve del coro.

El resto de elementos y «claves masónicas» también se desmoronan tras un análisis de los mismos. El supuesto "delta masónico" (el tímpano triangular con Dios en su interior) del exterior es una representación normal, muy habitual en multitud de templos cristianos. En este caso, Dios Padre aparece sobre una escena de la Anunciación a la Virgen (recordemos que la capilla posee esta advocación).

10.jpgTodos estos elementos parecen aclarados pero, ¿qué ocurre con los numerosos relieves con la escuadra y el mallete, dos símbolos claramente masónicos? En realidad, dichos relieves corresponden al escudo de la familia Bracamonte. Cuando Don Diego y su hijo Mosén Rubí recibieron el encargo de concluir la capilla, no dudaron en plasmar el escudo familiar en todos los rincones del edificio. Si buscamos el escudo de los Bracamonte en la bibliografía sobre heráldica, comprobamos que, curiosamente, la escuadra y el mallete no son tales. Se trata de máquinas de guerra. La falsa escuadra es un artefacto conocido como chevreau o cabrio, un emblema de honor concedido a aquellos que han sido heridos en las piernas, además de símbolo de constancia y firmeza. Por otra parte, el «mallete» es un simple mazo utilizado en la construcción de maquinaria bélica.

Si, como hemos visto, la capilla de Mosén Rubí no es un templo masónico, ni los Bracamonte tuvieron nada que ver con logias masónicas secretas, ¿por qué se empeñaron distintos estudiosos en afirmar lo contrario? Quizá porque, tal y como señala el historiador Antonio Bonet Correa en un trabajo al respecto, por un lado la figura de Diego de Bracamonte, quien se enfrentó al rey y al orden establecido, aparecía ante los ojos de ciertos estudiosos del siglo XIX como «un héroe liberal, un mártir de la lucha contra el absolutismo y la Inquisición». Por otra parte, esta visión heroica fascinó a la masonería decimonónica, pues al otorgar una filiación masónica a los Bracamonte y a la capilla que ayudaron a construir, creía dar más importancia y antigüedad a su Orden. Algo similar, aunque por razones contrarias, les ocurrió a los autores antimasónicos, a quienes esta versión les servía para reafirmar sus tesis conspirativas.

Actualización: Me olvidé de comentar que la capilla puede visitarse de forma gratuita. Entre semana, si no han cambiado los horarios, abre a las 18:00 h, creo que hasta las 20:00 h. ¡Ah! La monjita que se encarga de enseñarla, una señora de más de 80 años, es muy simpática. Eso sí, como la capilla incomprensiblemente no recibe muchas visitas de turistas, hay que tener cuidado con ella, porque corres el riesgo de que aproveche para contarte su vida y milagros, como me ocurrió a mí. ¡Hasta me regaló un ejemplar (atrasado) de L'Observatore Romano! ;-)

Fotografías: (c) Javier García Blanco

Fuentes:

-BONET CORREA, Antonio. Ars Longa: cuadernos de arte, nº2, 1991. "La capilla de Mosén Rubí de Bracamonte y su interpretación masónica". Ed. Universidad de Valencia. Departamento de Historia del Arte.

-FERRER BENIMELI, José Antonio. La masonería. Ed. Alianza. Madrid, 2005.

-GARCÍA ATIENZA, Juan. "La incierta historia de un caballero kadosh: Mosén Rubí de Bracamonte". Historia 16, nº 245, 1996.

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