Ars Secreta
26mar/096

Masones en la catedral

baja

Tal y como señalan los historiadores, los orígenes directos de la actual masonería especulativa se remontan a los antiguos constructores de catedrales. Aquellos canteros, albañiles y maestros de obras, con sus ritos y logias, darían lugar, siglos más tarde, a la masonería que conocemos hoy en día. Aunque llevo mucho tiempo sin actualizar (un mes entero), por culpa del exceso de trabajo y varios proyectos en los que estoy metido, quería dejaros una pequeña pieza para no dejar esto demasiado abandonado.

La imagen que acompaña a esta entrada corresponde a un relieve sobre mármol, obra del célebre arquitecto y escultor italiano Andrea Pisano, que representa una alegoría de la Arquitectura, realizada para decorar el campanario de la catedral de Florencia, y que hoy se conserva en el museo de dicha catedral. En la imagen se puede distinguir las dos figuras de sendos albañiles medievales, conocidos como tailleurs de pierre (talladores de piedra) o maçons. Ambos trabajan en el levantamiento de un muro, bajo la atenta mirada y dirección de un maestro de obras, que aparece en el centro y con un tamaño mayor.

En otras ocasiones ya he hablado aquí de la gran importancia que jugaron estos obreros cualificados, y como especialmente los maestros de obras y arquitectos poseían un conocimiento notable en distintas disciplinas, algunas de las cuáles podríamos definir de "esotéricas".

21ene/093

El pasado masónico (y teosófico) del Ateneo de Madrid

Fachada Ateneo de Madrid

La historia del Ateneo de Madrid está ligada, casi desde sus inicios, a la masonería. La sede actual de la Docta Casa, ubicada en el número 21 de la madrileña calle del Prado e inaugurada en 1884, es obra de los arquitectos Enrique Fort y Luis Landecho, y contó en sus orígenes con diversos elementos que aludían a la estrecha relación entre el Ateneo y la masonería. Tanto el propio edificio como la institución, quede claro, no son masónicos en sí mismos, pero muchos de sus socios destacados –como el presidente de la II República Manuel Azaña o el intelectual y esoterista Mario Roso de Luna– sí lo fueron, al igual que otros muchos de sus miembros en la actualidad. Hoy, el Ateneo es escenario habitual de reuniones, conferencias y presentaciones organizadas por distintas logias masónicas, y todavía conserva un aire particular que parece evocar otros tiempos en los que los símbolos masónicos saltaban claramente a la vista.

La mayor parte de estos símbolos fueron eliminados tras la Guerra Civil –es sobradamente conocida la aversión del régimen franquista hacia todo lo relacionado con la masonería– y otros debidamente camuflados. En la actualidad se están realizando una serie de trabajos de restauración en el edificio, que han sacado a la luz varios de estos símbolos, especialmente en la zona de la Galería de retratos.

32

Emblema del Ateneo de Madrid

La relación entre el Ateneo y el esoterismo no termina ahí. En el siglo XIX, la institución contó también con un destacado círculo de teósofos de tendencias progresistas, como Viriato Díaz-Pérez, Rafael Urbano, Tomás Doreste o el pintor Rafael Monleón Moret (éste último realizó, precisamente, algunas de las pinturas que decoran el interior del edificio). Una lista a la que se sumaban otros nombres, por ejemplo el del ya citado Roso de Luna, quien además de masón fue un destacado teósofo. Así pues, no es de extrañar que el Ateneo contase en su día entre su decoración con otros símbolos alusivos a la teosofía. Tengo pendiente una visita al Ateneo, en la que intentaré fotografiar –si me lo permiten– los símbolos masónicos y teosóficos que se hayan conservado o recuperado. Cuando pueda hacerlo, intentaré compartir aquí las imágenes.

A continuación os adjunto un extracto de un artículo publicado en la revista Leer, donde hace unos meses dedicaron un número a la historia del Ateneo, refiriéndose a su vinculación con la masonería y la teosofía:

La masonería está presente en la configuración ideológica y simbólica del Ateneo desde sus inicios, ya que la logia está vinculada al nacimiento del liberalismo y uno de sus principales objetivos era su impulso y desarrollo. El salón de actos, inaugurado en 1884, es una réplica del salón de sedes anteriores, lo que se traduce en una excelente conformación para los debates, con un espacio amplio y bien organizado dotado de sitios laterales para aprovechar al máximo las posibilidades de la sala. También existen en sus paredes y techo símbolos teosóficos que, ocultos durante el franquismo, se han recuperado en años posteriores ya con la democracia. Menos suerte corrieron la estrella de cinco puntas masónica de la mesa donde se celebran los actos más relevantes, las de las escaleras, la de la lámpara más significativa del edificio y las de otras menores que reproducían en su forma ojival al logo de la Casa y que fueron destruidas, en su mayoría, durante los años sesenta tras una denuncia del diario ABC.

Entre los masones relevantes socios del Ateneo se encuentran Augusto Barcia, Prat, Fernando de los Ríos o el doctor Simorra, médico alienista, de quien se decía que celebraba el alta de sus pacientes ingresándolos en el Ateneo, rumor que ha dado pábulo a un sinfín de curiosas historias sobre la fauna ateneísta, muy colorida, que contaba entre sus más peculiares miembros con el esotérico Roso de Luna o el bibliotecario Rafael Urbano, experto en el Demonio, a quien Cansinos en la memorable Novela de un literato describe como “minúsculo, cetrino como un indio, con traza de fakir”, y cuyo velatorio se celebró en el Ateneo.

Y para finalizar, otro extracto, en este caso procedente del diario ABC, en el que se menciona el hallazgo de símbolos masónicos durante la reciente restauración de algunas de las pinturas conservadas en el edificio. No deja de ser paradójico que sea este periódico –que en los años sesenta provocó la desaparición de varios emblemas masónicos tras una denuncia– el que más ampliamente divulgó en diciembre pasado la aparición de estos símbolos:

Desde el pasado 13 de octubre, la Consejería de Cultura y Turismo de la Comunidad, a través de la Dirección General de Patrimonio Histórico, acomete la primera fase de restauración de esta galería, un conjunto excepcional que reúne obras de los principales artistas de la pintura española de los siglos XIX y XX. No en vano, exhibe 108 lienzos de autores como Emilio Sala Francés, Ricardo y Federico de Madrazo, Wilfredo Lam, Ferdinand Rouzé, Manuel Arroyo y Lorenzo, Álvaro Delgado y Jaume Mercadé, entre otros.

El tiempo no ha podido borrar el pasado masónico del Ateneo de Madrid. Cuando se cumple el 140 aniversario de su Galería de Retratos, la restauración de los lienzos saca a la luz símbolos de estas logias secretas bajo su pintura mural. Pero éste no ha sido el único descubrimiento que han realizado los técnicos que llevan a cabo los trabajos.

Y, ahora, cuando está a punto de concluir la primera fase de obras, las catas realizadas parecen indicar que todo este conjunto se repintó tras la Guerra Civil. La primera señal de alarma saltó cuando se analizaron los pigmentos. Al parecer, había dudas de su calidad pictórica, que no denotaba técnicas del siglo XIX. Por ello, al raspar esta capa de pintura -un arduo y lento trabajo a la punta de bisturí- se descubrió debajo el motivo original. Además, según la investigación previa a estos trabajos, durante los años cincuenta, la Galería de Retratos sufrió muchos desperfectos y se decidió repintarla y realizar una copia superpuesta a modo de calcomanía. De esta manera se tapaba la simbología masónica que se exhibía en algunos lienzos del retablo pictórico. Pero éste no era el único espacio que hacía referencia a logias secretas en el Ateneo. En esta institución cultural, las mismas tachuelas de las sillas, con estrellas de cinco puntas, recuerdan la Masonería; sin olvidar las pinturas de Mélida del salón de actos y del salón inglés, y la fachada del edificio, con la lámpara de la sabiduría y las estrellas que posteriormente fueron retalladas para convertirlas en flores.

Como aseguran desde el Ateneo, la primera llamada de atención en la Galería de Retratos fue el extraño tono dorado de una paleta de pintor, cuadro que se exhibe junto a los retratos en el mismo retablo. Así, tras las primeras catas, se descubrió que su abigarrada decoración ocultaba un compás en pan de plata cruzado con una maza.

Gracias a los pinceles de estos artistas, la Galería de Retratos del Ateneo se reconoce hoy en día por su condición de excepcional iconografía de la vida cultural, científica y artística de aquellos siglos. Y es que cuenta con retratos de personajes como José Echegaray, Nicolás Salmerón, Emilia Pardo Bazán, Manuel Bretón de los Herreros, Valle-Inclán, Cánovas del Castillo...

Símbolos masónicos

Símbolos masónicos recuperados durante la restauración. Foto: ABC.

Sé que entre los lectores de ARS SECRETA hay varios masones, y algunos de ellos son socios, o frecuentan el Ateneo. Si alguno de ellos quiere añadir algo al post, con imágenes o cualquier otro tipo de aportación, será bienvenido.

ACTUALIZACIÓN: Gracias a mi amigo Carlos, autor del magnífico blog Días del futuro pasado, me entero de que el Ateneo está a punto de celebrar su Primera Jornada de Puertas Abiertas, concretamente el 30 de enero. Así que ya sabéis, si os apetece conocer el edificio en primera persona, no hay mejor oportunidad. Más información en el post de Días del futuro pasado.

FUENTES:

* DEL MORAL, Ada. El Ateneo, templo de cultura y democracia. Revista Leer nº 191, abril 2008.

* AMADO, Mabel. La restauración de la Galería de Retratos del Ateneo descubre símbolos masónicos ocultos. ABC, 9 de diciembre de 2008.

* Ateneo de Madrid.

CRÉDITOS FOTOGRAFÍAS:

-Fachada del Ateneo: Kalidoskopika

-Emblema del Ateneo: Jaume d'Urgell

-Símbolos masónicos: ABC

ENTRADAS RELACIONADAS:

-Iniciación masónica

-La capilla "masónica" de Mosén Rubí

-En el interior de una logia masónica

-Tómate una cerveza en una logia masónica

-Templo masónico en Tenerife (y 2)

-El mausoleo de la Quinta Roja

-Karel de Bazel: arquitecto, teósofo y masón

15dic/084

El templo de Salomón: historia y mito (LIBRO)

El templo de SalomónSe acerca la Navidad y quizá estáis dudando en qué regalo pedir a Santa Claus o a los Reyes Magos. Si es así, un libro siempre es un buen regalo, de modo que había pensado sugerir a través del blog varios libros cuya temática está relacionada con la de esta web de un modo u otro. Hace sólo unos días me tropecé con una novedad editorial publicada por Akal, titulada El templo de Salomón: historia y mito y, a pesar de su precio (40 euros) no me pude resistir.

El libro es obra de William J. Hamblin –profesor en la Brigham Young University de Utah (EE.UU.) y especialista en la historia de las cruzadas y del Próximo Oriente– y David Rolph Seely –catedrático de Religión en la misma universidad y uno de los miembros del equipo internacional de editores que se ha encargado de la publicación de los Rollos del Mar Muerto, además de experto en la historia del Templo de Jerusalén en época de Jesús–, y es uno de los mejores trabajos que he visto hasta la fecha sobre la cuestión. Es una edición muy cuidada, de 224 páginas en medio formato, papel satinado y cientos de ilustraciones y fotografías a todo color. En cuanto al contenido, el libro hace un completísimo repaso a las distintas fases de la historia del Templo y, como no, le dedica numerosas páginas a la figura del rey Salomón. El tomo no olvida la importancia que tuvo el edificio para diferentes culturas, tanto para la judía como para la cristiana o el mundo islámico. También dedica algunos capítulos a la relación del Templo con los caballeros templarios (cuyo nombre procede, precisamente, de su establecimiento en la explanada del Templo), el islam o la masonería, y analiza el simbolismo arquitectónico del que fue uno de los omphalos más importantes de la antigüedad. En definitiva, una obra muy completa que no debería faltar en tu biblioteca.

La única pega es su elevado precio (como decía antes son 40 euros), pero de verdad creo que la inversión merece la pena, a pesar de la crisis. :-) Si os decidís, podéis comprarlo cómodamente desde casa pinchando aquí: El templo de Salomón: historia y mito (Ed. Akal, 2008).

En unos días añadiré otros libros que también pueden ser una buena opción para regalarse uno mismo o para regalar a algún ser querido en estas fechas.

Enlaces relacionados:

-El Templo de Salomón, según Isaac Newton

Otras recomendaciones bibliográficas:

-La fuga de Atalanta

-La alegoría y la migración de los símbolos

-Tratado de iconografía

-El número de Dios

8dic/080

Iniciación masónica

Aprovechando un pequeño descanso en este puente de diciembre, me gustaría compartir con vosotros una pintura que ha sido reproducida a menudo, especialmente en obras dedicadas a la masonería, pues supuestamente en ella aparece representado el genial Wolfgang Amadeus Mozart, quien habría sido un hermano masón.

La pintura en cuestión es obra del artista Ignaz Unterberger, y se titula Ceremonia de iniciación de una logia masónica de Viena durante el reinado de José II. Tal y como indica el título, la obra representa un momento concreto de la iniciación de un aprendiz. Como decía más arriba, tradicionalmente suele decirse que el personaje que aparece sentado a la derecha del todo es Mozart, aunque personalmente no he podido encontrar información detallada que permita asegurar ese dato con certeza.

Sí es cierto que, al parecer, el genial músico entró a formar parte de la masonería al final de su vida, siendo iniciado en la logia Zur Wohltätigkeit (La Caridad) de Viena. Según algunos biógrafos de Mozart, algunas de sus piezas musicales, como la célebre La flauta mágica, poseen una simbología relacionada con la Orden masónica.

Más información:

-La flauta mágica (Wikipedia)

-Mozart y la masonería (Wikipedia, en inglés)

Entradas relacionadas:

-Tómate una cerveza en una logia masónica

-Templo masónico de Tenerife I (y II)

-El Mausoleo de la Quinta Roja

10ene/0812

La capilla “masónica” de Mosén Rubí

thummosen.jpg La jornada del 17 de febrero de 1592 fue especialmente fría en la capital abulense. Aquella tarde, Don Diego de Bracamonte, señor de Fuente del Sol y uno de los nobles más importantes de la ciudad, fue ejecutado públicamente –degollado y no ahorcado, en deferencia a su condición– en la Plaza del Mercado Chico. Mientras el verdugo completaba la sentencia, otros nobles de la ciudad permanecían escondidos en sus casas, temerosos de que la autoridad llamara a su puerta. ¿Qué crimen había cometido Bracamonte? Todo parece indicar que fue el cabecilla de una revuelta contra la política recaudatoria de Felipe II y principal responsable de que la ciudad hubiera amanecido sembrada de pasquines críticos con el monarca, a quien también se reprochaba que la nobleza hubiera quedado excluida del gobierno. Tras la ejecución, los compañeros «conspiradores» de Bracamonte salieron de sus hogares y recogieron su cadáver. El cuerpo fue trasladado a la capilla de Mosén Rubí, también conocida como de La Anunciación, que se encontraba bajo patronazgo del fallecido. Al día siguiente sus restos fueron llevados hasta la iglesia de San Francisco.

Desde el siglo XIX, varios autores –entre ellos algunos estudiosos y miembros de la masonería– han asegurado que la capilla de Mosén Rubí es un recinto plagado de referencias esotéricas vinculadas a una logia masónica, a la que habría pertenecido Diego de Bracamonte. La importancia de esta afirmación reside en que, de ser cierta, demostraría la presencia de masones operativos en España en el siglo XVI, dos siglos antes del surgimiento de la llamada masonería especulativa en Inglaterra.

En 1873, el historiador Juan Martín Carramolino señalaba en su obra Historia de Ávila, su provincia y su obispado: «Más de un extranjero y algún estudioso español han querido hallar alguna significación misteriosa en esta notable fundación…» Sólo un año después, en 1874, Vicente de la Fuente recogía el testigo en su obra Historia de las Sociedades Secretas… y se preguntaba si, además del misterio que envolvía a la capilla, los pasquines contra Felipe II «repartidos» por Diego de Bracamonte tenían su origen en una hipotética logia masónica de Ávila con oscuros intereses conspiradores.

Capilla

¿SIMBOLISMO ESOTÉRICO?
Antes de conocer la historia de la capilla, ubicada dentro de las murallas de Ávila, junto a las plazas de Mosén Rubí y Fuente del Sol, veamos cuáles son esos supuestos elementos masónicos del edificio. Según los autores que se han referido a esta cuestión, encontraríamos los siguientes: la forma de la propia planta del recinto, que recordaría los templos masónicos del rito escocés; la abundante presencia –en vidrieras, muros exteriores e interior– de los símbolos del mallete y la escuadra; un púlpito, hoy desaparecido, que tenía forma pentagonal; un relieve en la sillería del coro, en el que se aprecia una esfera atravesada por un puñal, identificado como símbolo del grado de caballero Kadosh (grado 30) de la masonería; un relieve escultórico en la entrada al Hospital adjunto, en el que se ve a Dios Padre enmarcado por un triángulo, que sería una representación del ojo del Gran Arquitecto del Universo o «delta masónico»; las columnas que enmarcan la entrada a la capilla, que serían un «reflejo» de las columnas masónicas de Jakin y Boaz y, finalmente, el sepulcro de los patrocinadores de la capilla –según estos autores el propio Mosén Rubí y su esposa–, en el que la escultura masculina aparece sacando la espada con su mano izquierda en dirección hacia el hombro de ese lado, una supuesta alegoría del ya citado grado Kadosh.

21

31

41

Para reforzar el lado oculto y misterioso de la capilla de Mosén Rubí, estos autores señalan otra curiosa circunstancia: en 1530, el Santo Oficio habría prohibido la finalización de las obras, y el obispo de Toledo –encargado de consagrar cualquier templo de Castilla– jamás puso un pie en la construcción.

ORÍGENES DE UN LINAJE
Diego de Bracamonte, el noble ajusticiado por rebelarse ante Felipe II, fue el patrón de la capilla hasta su muerte. Después fue su hijo, Mosén Rubí de Bracamonte, quien concluyó las obras. En recuerdo a su memoria, hoy el edificio es conocido popularmente con su nombre, aunque en realidad su designación oficial sea la de Capilla de la Anunciación. Precisamente, en torno al nombre de este miembro del linaje Bracamente ha habido una gran confusión, pues la mayoría de los autores que sugieren la teoría masónica suelen identificar erróneamente al hijo de Diego de Bracamonte con el fundador del linaje, el francés Robert de Braquemont.

4b1

51

Este primer Mosén Rubí, patriarca de los Bracamonte, fue un almirante francés que, en el siglo XIV, luchó valerosamente junto a Enrique II de Castilla. En agradecimiento por los servicios prestados, Braquemont recibió importantes privilegios. Establecido en tierras castellanas, el almirante se casó con Doña Inés de Mendoza, hija del mayordomo del rey Pedro el Cruel, obteniendo así los señoríos de Hita y Buitrago. Más tarde se casó de nuevo, en esta ocasión con Doña Leonor Álvarez de Toledo, vinculada a la casa de Alba. A partir de entonces, los Bracamonte fuero acumulando títulos y poder.

Algunos autores han sugerido la existencia de «puntos oscuros» en el árbol genealógico de los Bracamonte. Interrogantes vinculados siempre a episodios históricos importantes, a un supuesto origen judío del linaje y a la pertenencia de algunos Bracamente a la Orden de Calatrava. Para estos estudiosos, las peculiares características de la familia tienen su culmen en Diego de Bracamonte.

UNA SIMPLE CAPILLA CIVIL
A pesar de lo sugerente de esta «intrahistoria», lo cierto es que poco de lo dicho sobre la «trama masónica» se ajusta a la verdad. En primer lugar, la existencia de la capilla se debe a la señora Aldonza de Guzmán quien, en el siglo XV, puso en marcha la construcción, y no a los Bracamonte. A la muerte de ésta, fue su sobrina, Doña María Herrera, quien tomó el relevo de la fundación en 1512. Herrera era viuda de Andrés Vázquez Dávila, tío de Diego de Bracamonte, y tras el fallecimiento de la dama, y puesto que no tenía descendencia, Don Diego recibió el encargo de completar la obra, «e después de sus días a Mosén Rubí de Bracamonte, su hijo legítimo e de la Señora Doña Isabel de Saavedra».

61

Uno de los argumentos más repetido ha sido la supuesta prohibición del Santo Oficio de continuar con la construcción (a causa de las sospechas despertadas por el recinto). Además, se ha dicho que el obispo de Toledo no acudió a benbecir el templo, como era preceptivo. Nada de esto parece tener base. La capilla no fue consagrada porque es un recinto «de patronato laico por fundación y donación», tal y como explicó el obispo de Ávila Lorenzo de Otaduy Avendaño en un texto de 1601. Se trata, por lo tanto, de un edificio ajeno a la Iglesia, aunque tenga carácter cristiano. En cuanto a la supuesta condena inquisitorial, es probable que las obras se interrumpieran durante un tiempo, pero si fue así las razones debieron ser otras. Un vistazo a la Sección Nobleza del Archivo Histórico Nacional, en el apartado de Patronato de Obras Pías, permite despejar cualquier duda. Bajo el título de Diversos documentos pontificios y reales concediendo licencias a los patronos del Hospital y Capilla de la Anunciación de Ávila, encontramos jugosos documentos, como una Bula del papa Clemente VII confirmando el patronato de Diego de Bracamonte (1532) o una «carta solemne» de Pío V autorizando a modificar las horas de maitines (1566). Es indudable que, de ser cierta la prohibición inquisitorial, los pontífices mencionados no habrían otorgado tales privilegios.

111

Otro de los «elementos masónicos» señalados por los investigadores es el sarcófago de Mosén Rubí y su esposa, con ese supuesto gesto interpretado como un símbolo de caballero Kadosh. Este sepulcro muestra efectivamente a los fundadores pero, al contrario de lo que se ha repetido, quienes aparecen representados en él no son Mosén Rubí y su mujer, sino Doña María Herrera y su esposo Andrés Vázquez Dávila, como se explica en el propio sepulcro. En cuanto al signo de caballero Kadosh, también esta apreciación es falsa pues ese grado, tal y como aclara el historiador de la masonería José Antonio Ferrer Benimeli, no existía en la fecha de edificación de la capilla, y no lo hizo hasta dos siglos después, cuando Federico II de Prusia lo instituyó. Este detalle serviría también para descartar la presencia de ese mismo símbolo en el relieve del coro.

El resto de elementos y «claves masónicas» también se desmoronan tras un análisis de los mismos. El supuesto "delta masónico" (el tímpano triangular con Dios en su interior) del exterior es una representación normal, muy habitual en multitud de templos cristianos. En este caso, Dios Padre aparece sobre una escena de la Anunciación a la Virgen (recordemos que la capilla posee esta advocación).

10.jpgTodos estos elementos parecen aclarados pero, ¿qué ocurre con los numerosos relieves con la escuadra y el mallete, dos símbolos claramente masónicos? En realidad, dichos relieves corresponden al escudo de la familia Bracamonte. Cuando Don Diego y su hijo Mosén Rubí recibieron el encargo de concluir la capilla, no dudaron en plasmar el escudo familiar en todos los rincones del edificio. Si buscamos el escudo de los Bracamonte en la bibliografía sobre heráldica, comprobamos que, curiosamente, la escuadra y el mallete no son tales. Se trata de máquinas de guerra. La falsa escuadra es un artefacto conocido como chevreau o cabrio, un emblema de honor concedido a aquellos que han sido heridos en las piernas, además de símbolo de constancia y firmeza. Por otra parte, el «mallete» es un simple mazo utilizado en la construcción de maquinaria bélica.

Si, como hemos visto, la capilla de Mosén Rubí no es un templo masónico, ni los Bracamonte tuvieron nada que ver con logias masónicas secretas, ¿por qué se empeñaron distintos estudiosos en afirmar lo contrario? Quizá porque, tal y como señala el historiador Antonio Bonet Correa en un trabajo al respecto, por un lado la figura de Diego de Bracamonte, quien se enfrentó al rey y al orden establecido, aparecía ante los ojos de ciertos estudiosos del siglo XIX como «un héroe liberal, un mártir de la lucha contra el absolutismo y la Inquisición». Por otra parte, esta visión heroica fascinó a la masonería decimonónica, pues al otorgar una filiación masónica a los Bracamonte y a la capilla que ayudaron a construir, creía dar más importancia y antigüedad a su Orden. Algo similar, aunque por razones contrarias, les ocurrió a los autores antimasónicos, a quienes esta versión les servía para reafirmar sus tesis conspirativas.

Actualización: Me olvidé de comentar que la capilla puede visitarse de forma gratuita. Entre semana, si no han cambiado los horarios, abre a las 18:00 h, creo que hasta las 20:00 h. ¡Ah! La monjita que se encarga de enseñarla, una señora de más de 80 años, es muy simpática. Eso sí, como la capilla incomprensiblemente no recibe muchas visitas de turistas, hay que tener cuidado con ella, porque corres el riesgo de que aproveche para contarte su vida y milagros, como me ocurrió a mí. ¡Hasta me regaló un ejemplar (atrasado) de L'Observatore Romano! ;-)

Fotografías: (c) Javier García Blanco

Fuentes:

-BONET CORREA, Antonio. Ars Longa: cuadernos de arte, nº2, 1991. "La capilla de Mosén Rubí de Bracamonte y su interpretación masónica". Ed. Universidad de Valencia. Departamento de Historia del Arte.

-FERRER BENIMELI, José Antonio. La masonería. Ed. Alianza. Madrid, 2005.

-GARCÍA ATIENZA, Juan. "La incierta historia de un caballero kadosh: Mosén Rubí de Bracamonte". Historia 16, nº 245, 1996.

-Entradas relacionadas:

-Templo masónico de Tenerife I (y II).

-En el interior de una logia masónica.

-El mausoleo de la Quinta Roja.

-Tómate una cerveza en una logia masónica.

-Rosslyn, el fin de un mito (y II)