Ars Secreta
3dic/092

Kupka, en la Fundación Miró

Kupka

Hace ahora más de dos años –¡cómo pasa el tiempo!– publiqué aquí una pequeña nota sobre el pintor checo Frantisek Kupka, a propósito de sus vinculaciones con la teosofía, el espiritismo y otras prácticas de corte esotérico. Hoy vuelvo a traer aquí su figura con motivo de la celebración de una exposición sobre parte de su obra –concretamente de pinturas que forman parte del fondo del Centro Georges Pompidou– en la Fundación Joan Miró de Barcelona, con el patrocinio de BBVA.

© Photo CNAC/MNAM Dist. RMN - Jean-Claude Planchet

Autour d’un point, c. 1920-1930 © Photo CNAC/MNAM Dist. RMN - Jean-Claude Planchet.

La muestra arrancó el pasado día 27 de noviembre, y estará abierta al público hasta el 24 de enero de 2010. Si vivís en Barcelona o tenéis pensado hacer una escapada, es una buena oportunidad de ver algunas de las obras de este artista singular que se aproximó de forma muy temprana a la abstracción, en buena medida por influencia de esas creencias esotéricas que tuvieron gran importancia en su vida. A continuación os dejo los datos de la muestra:

Fechas: 28 de noviembre de 2009 – 24 de enero de 2010

Horario: martes a sábado, de 10:00 a 19:00h. jueves, de 10:00 a 21:30h. domingos y festivos, de 10:00 a 14:30h. lunes no festivos, cerrado.

Precio: 4,00 € ; con audioguía, 6,00 €. Audioguía en catalán, castellano e inglés.

Más información en la web de la Fundación Miró

PD: Aprovecho para disculparme por la falta de actualizaciones en las últimas semanas. Está siendo una etapa de mucho trabajo, con la preparación de la segunda parte de ARS SECRETA, mis colaboraciones periodísticas y mis esfuerzos por mantener PLANETA SAPIENS (por cierto, si todavía no la habéis visitado, os animo a echar un vistazo, acabo de renovar los contenidos). Intentaré incluir aquí nuevos contenidos en unos días, y también responder los numerosos e-mails y comentarios pendientes.

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21ene/093

El pasado masónico (y teosófico) del Ateneo de Madrid

Fachada Ateneo de Madrid

La historia del Ateneo de Madrid está ligada, casi desde sus inicios, a la masonería. La sede actual de la Docta Casa, ubicada en el número 21 de la madrileña calle del Prado e inaugurada en 1884, es obra de los arquitectos Enrique Fort y Luis Landecho, y contó en sus orígenes con diversos elementos que aludían a la estrecha relación entre el Ateneo y la masonería. Tanto el propio edificio como la institución, quede claro, no son masónicos en sí mismos, pero muchos de sus socios destacados –como el presidente de la II República Manuel Azaña o el intelectual y esoterista Mario Roso de Luna– sí lo fueron, al igual que otros muchos de sus miembros en la actualidad. Hoy, el Ateneo es escenario habitual de reuniones, conferencias y presentaciones organizadas por distintas logias masónicas, y todavía conserva un aire particular que parece evocar otros tiempos en los que los símbolos masónicos saltaban claramente a la vista.

La mayor parte de estos símbolos fueron eliminados tras la Guerra Civil –es sobradamente conocida la aversión del régimen franquista hacia todo lo relacionado con la masonería– y otros debidamente camuflados. En la actualidad se están realizando una serie de trabajos de restauración en el edificio, que han sacado a la luz varios de estos símbolos, especialmente en la zona de la Galería de retratos.

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Emblema del Ateneo de Madrid

La relación entre el Ateneo y el esoterismo no termina ahí. En el siglo XIX, la institución contó también con un destacado círculo de teósofos de tendencias progresistas, como Viriato Díaz-Pérez, Rafael Urbano, Tomás Doreste o el pintor Rafael Monleón Moret (éste último realizó, precisamente, algunas de las pinturas que decoran el interior del edificio). Una lista a la que se sumaban otros nombres, por ejemplo el del ya citado Roso de Luna, quien además de masón fue un destacado teósofo. Así pues, no es de extrañar que el Ateneo contase en su día entre su decoración con otros símbolos alusivos a la teosofía. Tengo pendiente una visita al Ateneo, en la que intentaré fotografiar –si me lo permiten– los símbolos masónicos y teosóficos que se hayan conservado o recuperado. Cuando pueda hacerlo, intentaré compartir aquí las imágenes.

A continuación os adjunto un extracto de un artículo publicado en la revista Leer, donde hace unos meses dedicaron un número a la historia del Ateneo, refiriéndose a su vinculación con la masonería y la teosofía:

La masonería está presente en la configuración ideológica y simbólica del Ateneo desde sus inicios, ya que la logia está vinculada al nacimiento del liberalismo y uno de sus principales objetivos era su impulso y desarrollo. El salón de actos, inaugurado en 1884, es una réplica del salón de sedes anteriores, lo que se traduce en una excelente conformación para los debates, con un espacio amplio y bien organizado dotado de sitios laterales para aprovechar al máximo las posibilidades de la sala. También existen en sus paredes y techo símbolos teosóficos que, ocultos durante el franquismo, se han recuperado en años posteriores ya con la democracia. Menos suerte corrieron la estrella de cinco puntas masónica de la mesa donde se celebran los actos más relevantes, las de las escaleras, la de la lámpara más significativa del edificio y las de otras menores que reproducían en su forma ojival al logo de la Casa y que fueron destruidas, en su mayoría, durante los años sesenta tras una denuncia del diario ABC.

Entre los masones relevantes socios del Ateneo se encuentran Augusto Barcia, Prat, Fernando de los Ríos o el doctor Simorra, médico alienista, de quien se decía que celebraba el alta de sus pacientes ingresándolos en el Ateneo, rumor que ha dado pábulo a un sinfín de curiosas historias sobre la fauna ateneísta, muy colorida, que contaba entre sus más peculiares miembros con el esotérico Roso de Luna o el bibliotecario Rafael Urbano, experto en el Demonio, a quien Cansinos en la memorable Novela de un literato describe como “minúsculo, cetrino como un indio, con traza de fakir”, y cuyo velatorio se celebró en el Ateneo.

Y para finalizar, otro extracto, en este caso procedente del diario ABC, en el que se menciona el hallazgo de símbolos masónicos durante la reciente restauración de algunas de las pinturas conservadas en el edificio. No deja de ser paradójico que sea este periódico –que en los años sesenta provocó la desaparición de varios emblemas masónicos tras una denuncia– el que más ampliamente divulgó en diciembre pasado la aparición de estos símbolos:

Desde el pasado 13 de octubre, la Consejería de Cultura y Turismo de la Comunidad, a través de la Dirección General de Patrimonio Histórico, acomete la primera fase de restauración de esta galería, un conjunto excepcional que reúne obras de los principales artistas de la pintura española de los siglos XIX y XX. No en vano, exhibe 108 lienzos de autores como Emilio Sala Francés, Ricardo y Federico de Madrazo, Wilfredo Lam, Ferdinand Rouzé, Manuel Arroyo y Lorenzo, Álvaro Delgado y Jaume Mercadé, entre otros.

El tiempo no ha podido borrar el pasado masónico del Ateneo de Madrid. Cuando se cumple el 140 aniversario de su Galería de Retratos, la restauración de los lienzos saca a la luz símbolos de estas logias secretas bajo su pintura mural. Pero éste no ha sido el único descubrimiento que han realizado los técnicos que llevan a cabo los trabajos.

Y, ahora, cuando está a punto de concluir la primera fase de obras, las catas realizadas parecen indicar que todo este conjunto se repintó tras la Guerra Civil. La primera señal de alarma saltó cuando se analizaron los pigmentos. Al parecer, había dudas de su calidad pictórica, que no denotaba técnicas del siglo XIX. Por ello, al raspar esta capa de pintura -un arduo y lento trabajo a la punta de bisturí- se descubrió debajo el motivo original. Además, según la investigación previa a estos trabajos, durante los años cincuenta, la Galería de Retratos sufrió muchos desperfectos y se decidió repintarla y realizar una copia superpuesta a modo de calcomanía. De esta manera se tapaba la simbología masónica que se exhibía en algunos lienzos del retablo pictórico. Pero éste no era el único espacio que hacía referencia a logias secretas en el Ateneo. En esta institución cultural, las mismas tachuelas de las sillas, con estrellas de cinco puntas, recuerdan la Masonería; sin olvidar las pinturas de Mélida del salón de actos y del salón inglés, y la fachada del edificio, con la lámpara de la sabiduría y las estrellas que posteriormente fueron retalladas para convertirlas en flores.

Como aseguran desde el Ateneo, la primera llamada de atención en la Galería de Retratos fue el extraño tono dorado de una paleta de pintor, cuadro que se exhibe junto a los retratos en el mismo retablo. Así, tras las primeras catas, se descubrió que su abigarrada decoración ocultaba un compás en pan de plata cruzado con una maza.

Gracias a los pinceles de estos artistas, la Galería de Retratos del Ateneo se reconoce hoy en día por su condición de excepcional iconografía de la vida cultural, científica y artística de aquellos siglos. Y es que cuenta con retratos de personajes como José Echegaray, Nicolás Salmerón, Emilia Pardo Bazán, Manuel Bretón de los Herreros, Valle-Inclán, Cánovas del Castillo...

Símbolos masónicos

Símbolos masónicos recuperados durante la restauración. Foto: ABC.

Sé que entre los lectores de ARS SECRETA hay varios masones, y algunos de ellos son socios, o frecuentan el Ateneo. Si alguno de ellos quiere añadir algo al post, con imágenes o cualquier otro tipo de aportación, será bienvenido.

ACTUALIZACIÓN: Gracias a mi amigo Carlos, autor del magnífico blog Días del futuro pasado, me entero de que el Ateneo está a punto de celebrar su Primera Jornada de Puertas Abiertas, concretamente el 30 de enero. Así que ya sabéis, si os apetece conocer el edificio en primera persona, no hay mejor oportunidad. Más información en el post de Días del futuro pasado.

FUENTES:

* DEL MORAL, Ada. El Ateneo, templo de cultura y democracia. Revista Leer nº 191, abril 2008.

* AMADO, Mabel. La restauración de la Galería de Retratos del Ateneo descubre símbolos masónicos ocultos. ABC, 9 de diciembre de 2008.

* Ateneo de Madrid.

CRÉDITOS FOTOGRAFÍAS:

-Fachada del Ateneo: Kalidoskopika

-Emblema del Ateneo: Jaume d'Urgell

-Símbolos masónicos: ABC

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18jun/073

Frantisek Kupka, el viajero del astral

kupka.jpgEn otras ocasiones ya hemos hablado del interés que mostraron algunos artistas de finales del siglo XIX y comienzos del XX por determinadas corrientes esotéricas, ocultistas e incluso por distintas facetas de la parapsicología. Es el caso, por ejemplo, de los simbolistas Carlos Schwabe y Jean Delville, o del célebre Piet Mondrian. Hoy quería repasar brevemente la faceta menos conocida y divulgada del pintor de origen checo Frantisek Kupka (1871-1957).

Aunque no es muy conocido por el gran público, hoy los historiadores del arte reconocen a este magnífico artista como uno de los "padres" de la abstracción, aunque muchas de sus obras más tempranas poseen un marcado espíritu simbolista. Sin embargo, ese reconocimiento tardó en llegar y Kupka apenas pudo disfrutar de él en los últimos años de su vida.

El pequeño Frantisek vino al mundo en Opochno, Bohemia oriental, en 1871. Ya desde muy pequeño demostró poseer unas grandes aptitudes para el dibujo, y su propio padre le aleccionó en un primero momento. Con sólo 13 años decidió abandonar el colegio (parece ser que no mostraba gran interés por el estudio), y entró como aprendiz en el taller de un guarnicionero. Fue este personaje quien, al parecer, le inició en el interés por el ocultismo y ciertas doctrinas esotéricas. De forma paralela, su mentor también apreció las grandes dotes artísticas del joven Kupka, y le alentó para que intentara ingresar en la Escuela de Artes Aplicadas de Jaromer. Con 18 años pasó a ser aprendiz del pintor nazareno Frantisek Sequens y, al mismo tiempo y para ganarse la vida, Kupka ejercía como médium en sesiones espiritistas. No se trataba de una práctica fraudulenta o un timo para incautos, sino que el joven pintor estaba realmente convencido de sus habilidades como intermediario con el más allá…

Después de haberse licenciado en Praga, Kupka viajó hasta Viena, también con la intención de completar sus estudios en la Academia de la ciudad. En aquellos años, la urbe es un hervidero de cultura, y cuenta con la presencia de personajes como el pintor Gustav Klimt o Sigmund Freud. Fue precisamente durante su estancia en Viena cuando Kupka profundizó aún más en su interés por el esoterismo. Allí se integró en una sede de la Sociedad Teosófica, y aumentó sus ya de por sí numerosas lecturas.

En 1895 continuó con sus viajes y llegó, por fin, a París, la ciudad en la que residiría durante gran parte de su vida, aunque nunca se desvinculó del todo de su patria (de hecho, llegó a participar en la Primera Guerra Mundial y alcanzó el grado de capitán junto con las tropas checas). En la ciudad del Sena tuvo la oportunidad de codearse con los grandes artistas que vivían en la capital en aquella época. En aquellos primeros años en la "ciudad de la luz" Kupka practicaba asiduamente la meditación, y su estudio era un remanso de paz, con una atmósfera propia de un lugar sagrado.

Durante todo ese tiempo, mantuvo sus particulares creencias esotéricas, espiritistas y religiosas, que le acompañarían hasta el final de su vida y que influyeron notablemente en su creación artística, tal y como han reseñado algunos estudiosos:

El interés de Kupka por la espiritualidad significaba que se creía a sí mismo capaz de dividir su conciencia durante las sesiones de espiritismo y ver el mundo desde afuera. Años antes de las primeras fotografías de la Tierra tomadas desde el espacio, Kupka pintaba lo que creyó eran ‘visiones’ del Cosmos. Aunque Kupka nunca aseguró que sus visiones interiores fueran algo más que fragmentos que ‘flotaban en nuestras cabezas’, él creyó que su visión clarividente le prestó una trascendencia que le permitía inspeccionar el Cosmos. (1)

Kupka no sólo llegó a pintar lo que creía observar durante sus "viajes astrales", sino que también creó algunas de sus obras directamente influido por los trances mediúmnicos que experimentaba durante las sesiones de espiritismo. Y, del mismo modo, también aplicó sus creencias teosóficas en muchas de sus obras:

Como teósofo, Kupka habría conocido las publicaciones de Besant y Leadbeater, particularmente aquellas relacionadas con los esotéricos 'pensamientos creadores de forma', y tal literatura ocultista apoyó el interés de Kupka por 'dimensiones más elevadas', y su creencia en una realidad vital, compleja, oculta bajo la superficie de realidad. (2)

Algunas de sus obras más sugerentes, y en las que se aprecian sus particulares creencias son:

El principio de la vida (1900-1903), en el que toca el tema budista de la flor de loto como símbolo del alma, "intentando operar una síntesis entre la tradición espiritualista y la visión científica de su época (el feto está unido a la flor de loto por un cordón umbilical" (3).

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El ídolo negro o El desafío (1903), de aire fantástico y sobrenatural. Según algunos autores, como Gibson, esta aguatinta podría haber influido a Francis Ford Coppola a la hora de crear su castillo de Drácula.

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The lotus soul (1898), igualmente vinculada con la idea de la flor de loto y el alma.

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La vía del silencio (1900). Otra obra de carácter fantástico, con las inquietantes esfinges y el cielo estrellado.

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Como podéis ver, la obra de Kupka –tanto la figurativa como la de su etapa abstracta– constituye otro magnífico ejemplo de cómo el esoterismo influye de forma esencial en algunas creaciones artísticas. Y que, precisamente, algunas de estas creencias fueron un elemento común entre numerosos artistas de vanguardia, como Mondrian, Kandinsky y otros que tendremos la oportunidad de ir viendo por aquí. Para mí, el caso de Kupka resulta especial, pues al no ser tan reconocido por el gran público, creo que merece el pequeño y modesto homenaje que supone hablar de él en este espacio.

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Por cierto, para los lectores madrileños (o que tengan pensado hacer una visita a la ciudad), el museo Thyssen-Bornemisza tiene en exposición permanente cuatro de sus obras, todas ellas de época abstracta.

Bibliografía y fuentes:

-BAAS, Jacquelin y JACOB, Mary Jane. Buddha mind in contemporary art. University of California Press, 2004.

(3)-NERET, Gilles & GIBSON, Michael. El Simbolismo. Ed. Taschen. Colonia, 2006.

(1)-MEECHAM, Pam y SHELDON, Julie. Modern art: a critical introduction. Routledge ed.

(2)-MOFFIT, John F. Alchemist of the Avant-garde. The case of Marcel Duchamp. Inc NetLibrary, 2003.

Copyright fotografía: Sabine Weiss

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Y una gran colección de obras de Kupka:

Ciudad de la pintura

24feb/071

Piet Mondrian, meditando

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En uno de los primeros posts del blog ya hablé de la relación del pintor holandés Piet Mondrian con la teosofía, y la influencia que estas creencias ocultistas tuvieron en parte de su obra. Hoy os traigo, como mera curiosidad, una insólita fotografía en la que se ve al genial artista meditando. La imagen es de 1908, y fue tomada por R. Waldenburg.

29ene/072

El simbolismo ocultista de Jean Delville

jeandelville_thumbnail.jpgAl hablar del pintor holandés Piet Mondrian, ya avancé que muchos otros artistas de finales del siglo XIX y comienzos del XX se vieron atraídos por distintos aspectos del esoterismo y el ocultismo. En este sentido, destacaron de forma especial algunos simbolistas, y más concretamente aquellos vinculados al Salón de la Rosa + Cruz del polémico escritor y ocultista Joséphin Péladan (1859-1918).

Tendremos ocasión de ir viendo a algunos de estos pintores pertenecientes al Simbolismo más adelante, y en entradas separadas. Hoy me gustaría detenerme en uno de ellos, el belga Jean Delville (1867–1953), quien podría servir de ejemplo perfecto para introducir la cuestión. Además, este es uno de los temas que, por falta de tiempo y espacio, me vi obligado a suprimir de Ars Secreta. Así que espero que os resulte interesante.

Delville estuvo muy influido por “Sâr” Péladan, y llegó a exponer en sus salones. Pero, además, Delville era un ferviente seguidor de la Cábala, la magia, el hermetismo y, más tarde, de la teosofía (en la última década del siglo XIX pasó a formar parte de la Sociedad Teosófica, de la que llegó a ser secretario en Bélgica) y de Krishnamurti. Por si fuera poco, el pintor belga estaba convencido de la existencia de la telepatía, de la reencarnación y de "un fluido divino". Como vemos, y tal y como explica Michael Gibson en su recomendable libro El Simbolismo (Ed. Taschen. Colonia, 2006), "Delville (…) estaba impregnado del espíritu del ocultismo". Su interés por estas doctrinas le llevó, incluso, a escribir un ensayo, titulado Dialogue entre nous… (Diálogo entre nosotros. Argumentación cabalística, ocultista, idealista), donde desarrolla sus ideas sobre dichos temas.

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Los tesoros de Satán (1895).

Evidentemente, todas estas creencias tan peculiares se dejaron sentir en su creación artística. Buenos ejemplos de estas ideas son las pinturas El amor de las almas (1900), una fusión del hombre y la mujer como símbolo del andrógino, así como Los tesoros de Satán (1895), en la que el Maligno toma posesión de numerosos cuerpos desnudos al danzar sobre ellos. Igualmente sugerentes son Parsifal (1890), El ídolo de la perversidad (1891) o Retrato de Mrs. Stuart Merrill (1892).

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Todas estas obras son, además de muy bellas, profundamente misteriosas e inquietantes. Constituyen un reflejo de la estética simbolista pero, sobre todo, son deudoras de unas ideas y convicciones esotéricas que el pintor belga supo plasmar en sus lienzos.

Al igual que otros muchos artistas, Jean Delville no vivió lo suficiente para ver reconocido su trabajo. Aunque sigue sin ser un pintor muy conocido por el gran público, hoy sus pinturas se exponen en museos como el de Orsay (París) o el Museo de Bellas Artes de Bruselas. Sirva esta entrada como modesto homenaje. Espero que su obra os guste tanto como a mí.

PD: Os dejo un enlace en el que ver algunas de sus obras. Pinchad aquí.