Ars Secreta
21feb/070

Alejandro Farnesio, el cardenal alquimista

farnesio.jpgEn mi libro explico que fueron muchos los personajes históricos de gran importancia y poder que se sintieron atraidos por distintas doctrinas esotéricas. Monarcas como Felipe II, Federico II o Cristina de Suecia tuvieron en su corte a magos, astrólogos y alquimistas, e incluso en ciertos casos ellos mismos practicaron algunas de estas "artes".

Y, aunque pueda resultar sorprendente, no sólo nobles y monarcas se sintieron atraidos por prácticas de corte esotérico. También miembros de la jerarquía católica estudiaron y coquetearon, por ejemplo, con el arte de la Alquimia, interés que llegó a influir en la creación de obras de arte, como es el caso que os presento hoy.

Tal y como explica el profesor Francisco Esteban Lorente en su libro Tratado de iconografía (Istmo, 1990), las pinturas realizadas por el artista italiano Federico Zuccari en el estudio particular del cardenal Alessandro Farnesio, en su palacio de Caprarola, dan forma a una habitación hermética en toda regla.

Dicho recinto está ubicado en el ala de verano del palacio, detrás de la sala de la Solitudine, destinada a la meditación. Una de las pinturas de este "gabinetto dell'Hermatena" –así se conoce a la estancia– representa a un hombre desnudo, barbado y con alas en la cabeza, que sostiene un extraño símbolo en la mano derecha, y una esfera en la izquierda. El símbolo de la derecha no es sino la fusión de varios emblemas alquímicos: “plomo, estaño, plata, cobre, mercurio, azufre y vitriolo”, tal y como explica Esteban Lorente. Este hombre desnudo es, por tanto, una alegoría de la Gran Obra.

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El recinto cuenta además con otra pintura en el techo, que representa una no menos extraña figura, conocida como Hermathena, que consiste en una fusión de Hermes y Atenea y que en ocasiones posee un significado hermético, además del filosófico. Es, por tanto, un andrógino, emblema de la “culminación de la Gran Obra”.

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Tenemos aquí, por lo tanto, una evidencia del carácter del cardenal Farnesio, miembro de la alta jerarquía eclesiástica, como avezado alquimista. Una muestra de ello es que fue el propio cardenal quien guió la preparación y los diseños que debían pintarse en dicha estancia.

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